De eso sabe ella. Sufrió «la misma incertidumbre, el miedoÉ qué digo, el terror de un diagnóstico de cáncer; me hicieron una biopsia y no quería ni oir el resultado, no estaba preparada». Aunque al final lo suyo quedó en un susto, le sirvió para darse cuenta de que su experiencia podía ser aprovechable: «Ahora pienso que gente como yo puede ser un soplo de aire fresco, de esperanza, para mujeres que también pueden llevar sus temores a la asociación».

La Fundación no piensa, ni quiere, entrar en contradicción o pugna con ninguna otra asociación de enfermos de cáncer que ya esté funcionando en Asturias. Aunque su idea sea algo distinta. «Venimos a sumar a lo que ya hay, nunca a restar», dice la presidenta. «Y, lamentablemente, mucho nos tememos que este "quiosco" no se tendrá que cerrar por falta de clientes. Hay campo para todos los que quieran dar aliento en una enfermedad tan dura y masiva como es el cáncer de mama», sostiene Tina Alonso. Tampoco Luis Fernández, presidente del Club de los Leones en Gijón, sería partidario de esa pugna. «Cuando el club se planteó llevar su obra social a un tema tan importante como el cáncer de mama, pensamos simplemente en abrir una ventana distinta desde la que enfocar la enfermedad. Queremos aportar frescura, poniendo medios, contactos, experiencias y otras ópticas a una enfermedad que hasta ahora estaban enfrentando a los médicos, las pacientes y las familias, pero en la que creíamos que también debía involucrarse la sociedad».

Desde esa frescura, por ejemplo, ha surgido la que será la primera acción de la Fundación, de corte muy novedoso: un programa de coaching personal para enfermos y familiares. También nace con asesoramiento jurídico y laboral (gracias al secretario, Félix Quintana), algo de lo que andan faltas algunas enfermas. «Conocemos casos de mujeres que no sólo sufren la enfermedad, sino también el impacto que tiene en su entorno laboral y familiar. Y es tremendo. Hay veces que para que la palabra cáncer no sea maldita casi te obligan a ocultarlo», lamenta Lupe Vega.

Hace sólo unos días que los medios informativos nacionales se hacían eco de la discriminación laboral a una enferma por parte de la dirección del metro de Madrid. «Nosotras tenemos una compañera a la que le detectaron un cáncer, a consecuencia del cual la abandonó el marido y le echaron del trabajo. Y tiene treinta y pocos años», cuentan. Conchi Gómez lo tiene claro: «Casos idénticos al de Madrid, tan graves o más, los hay aquí en Gijón. Lo sabemos porque lo cuentan las afectadas en las asociaciones; allí llegan, incluso, a pedir ayuda económica cuando no tienen ni cómo pagar la renta cuando están convalecientes». También para esos casos la Fundación buscará medios de asesoramiento y ayuda legal. Y todo sin dejar de lado la labor preventiva, «que nos interesa muchísimo». De ahí que ya hayan editados trípticos con una guía básica de autoexploración mamaria, que la Fundación distribuyó en supermercados.

Con el lema de «Ayúdanos a ganar la batalla al cáncer de mama», arranca la labor de una Fundación con mucha tarea «y que nunca dirá que no a cualquier ayuda económica para hacer nuestros proyectos», dice la presidenta.