J. M. CEINOS

Carlos Seco Serrano es una de las primerísimas espadas del elenco de historiadores españoles, con su especialidad en Historia Contemporánea de España, con especial atención al siglo XVIII, a la época de la Restauración y al reinado de Alfonso XIII. En el año 1956, como introducción a las «Memorias del Príncipe de la Paz», publicó el estudio titulado «Godoy. El hombre y el político», texto en el que reivindicó la figura del valido del rey Carlos IV.

-¿Profesor, a estas alturas aún hay algo nuevo que contar sobre la guerra de la Independencia?

-Siempre hay algo que contar y supongo que aparecerán muchas cosas este año. Recuerdo que no hace mucho me dieron a leer, para que prologara, un pequeño librito, que era el relato de los acontecimientos del parque de Monteleón (parque de artillería en el que sucedieron una parte de los hechos más sobresalientes del levantamiento del 2 de Mayo de 1808 en Madrid contra las tropas de Napoleón), hecho por uno de los que estuvieron allí, pero que pudo escapar antes de que se produjera el asalto definitivo. La verdad es que no sé lo que ha pasado con esto, no he visto que se haya dado a conocer, pero era un trabajo muy interesante, una noticia de primera mano sobre los acontecimientos de aquel día. De modo que sí, creo que aparecerán cosas de interés y poco conocidas en este bicentenario del inicio de la guerra de la Independencia.

-¿Prepara usted algún trabajo a propósito de la efeméride?

-No, tengo muchas cosas entre manos, aunque la Academia de la Historia está dedicando atención al bicentenario.

-Una de las cuestiones que se está volviendo a tratar en estas fechas es el encarcelamiento de Jovellanos y su liberación en 1808, y vuelve a aparecer otra vez la figura de Manuel Godoy como el villano de la película...

-Pero eso no es justo, ya que precisamente lo que hizo Godoy fue liberar a Jovellanos; quien mandó a Jovellanos al destierro no fue Godoy, en absoluto.

-Pero en 1801, cuando detienen a Jovellanos en Gijón, Godoy es el valido de Carlos IV...

-Efectivamente, es el valido, pero las cosas vienen de muy atrás.

-¿A qué achaca usted, entonces, el encarcelamiento de Jovellanos?

-Bueno, pues, mire usted, Jovellanos tenía frente a sí a todo un partido, de modo que no le extrañe demasiado, y esa fue la cuestión; pero, vamos, a mí me parece que de las figuras que han quedado más justificadas y en mejor situación en los recuerdos de aquella época es precisamente Jovellanos. Pero no siempre Jovellanos se portó bien, voy a decirlo así, por ejemplo con Godoy; Godoy hizo siempre lo imposible por él, cuando estaba desterrado en Gijón, y no fue Godoy el que le desterró, pues estuvo haciendo lo imposible para reconciliarlo con la familia real, para sacarlo de allí (Gijón) y que viniera a Madrid, pero Jovellanos lo primero que hace es que le parece muy mal ver al Príncipe de la Paz entre su mujer y su amante (Pepita Tudó)... En fin, Jovellanos era, en ese sentido, muy pulcro, y desde el principio se pone frente a Godoy, pero la verdad es que Godoy se portó siempre muy bien con Jovellanos, y más bien fue Jovellanos el que no se portó bien con Godoy.

-¿Puede decirse que eran políticamente afines, en el sentido de reformistas?

-Hombre, Godoy siempre hizo lo imposible por Jovellanos para reconciliarle con la reina, que le tenía mucha manía; en fin, no fue Godoy quien se portó mal en esa relación entre los dos. Las cosas hay que decirlas como son y el malo del cuento se ha convertido desde hace mucho tiempo en Godoy, pero la verdad es que la historia real tampoco responde a esa imagen. Y respecto a la pregunta, por supuesto que Godoy era un reformista entusiasta, no cabe duda, y Jovellanos también lo era.

-¿A la postre los dos fueron víctimas de los defensores del Antiguo Régimen?

-Por supuesto, Jovellanos era un hombre con una gran capacidad de visión de las cosas, y Godoy hizo todo lo posible por convertirse en un hombre de la Ilustración, pero no se lo perdonaron sus enemigos nunca, de ahí quedó esa contraposición entre Godoy el malo y Jovellanos el bueno.