Quinta lección sobre la Guerra de la Independencia. Perteneciente, dicen, al ciclo organizado por el Ateneo Jovellanos con motivo del II Centenario del levantamiento del pueblo español contra los invasores franceses. Ocurre que no debería ser denominado ciclo, sino curso, un curso en toda regla, merecedor, en razón de su asistencia, de un diploma acreditativo como experto en dicha materia. Máxime si según el programa propuesto restan tres conferencias más, de lo que se infiere dominio casi completo del tema. Deberían haberlo pensado los rectores del Ateneo Jovellanos y convenirlo así con las autoridades docentes. Nos sentiríamos ampliamente satisfechos, amén de informados, dada la inexcusable categoría científica de cada uno de los ponentes.

El martes repetía cartel Emilio de Diego, acompañado del presidente, José Luis Martínez, y de un presentador de postín, el catedrático de Historia Económica de la Universidad de Oviedo Rafael Anes. Antes, el presidente insistió en invitar al personal a la recreación, organizada por ARHCA, de los sucesos acontecidos en Gijón, en fechas que nadie se pone de acuerdo, y que tendrá lugar en la tarde del sábado en las inmediaciones del muelle. Rafael Anes dijo que Emilio de Diego es uno de los grandes historiadores del momento, al que Juan Velarde compara con Jesús Pavón. Nacido en Fuentes del Olmo, hizo sus primeros estudios en Segovia y las carreras de Historia y Derecho en la Universidad Complutense, doctorándose en ambas. Antes había obtenido el título de Magisterio; por tanto, estamos ante un sabio en toda regla, plurilicenciado. Es profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense y profesor invitado de diversas universidades, como Sorbona, Lisboa, Florida, Viena... Ha publicado más de 200 títulos, es miembro de las reales academias de Historia y Ciencias Morales y Políticas. Como asturiano, es un habitual de los cursos de La Granda y del Ateneo.

Sorprendido de la numerosa asistencia, Emilio de Diego dijo: «Soy casi un "okupa" del Ateneo». Su tema llevaba por título «1808, las claves de un conflicto». Dichas claves partían de la crisis política acontecida en el seno de la Monarquía al encabezar el entonces Príncipe de Asturias, Fernando, un golpe de Estado contra su padre, Carlos IV, y acabar así con la destitución de Godoy, autor de todos los males del país, según creencia popular. Los intentos de recuperar la Corona por parte de Carlos IV acaban buscando el apoyo de Napoleón, lo que incita al soberano y a su familia a reunirse con el emperador en Bayona. De este modo, quedan presos en suelo francés padre e hijo, y comienza la tragedia; España permanece en poder de los franceses, como regalo que recibe Napoleón sin habérselo propuesto. Craso error cometido por Napoleón, que ante la sublevación del pueblo ha de abrir un segundo frente, sobre el mantenido en el norte de Europa. Otra de las claves estuvo en la propaganda, que llegó a presentar a Fernando VII como un salvador, cuando permanecía atechado en un palacio de Francia haciendo punto de cruz y sin querer huir hacia España, pese a las posibilidades que se le ofrecieron. Esa misma propaganda decía de José Bonaparte las mayores infamias, cuando la historia ha demostrado que era culto, emprendedor y abstemio. La situación interna y la alianza con Inglaterra fueron a su vez claves importantes, a las que deben sumarse la guerrilla y la contrainsurgencia, respuesta a aquella organizada por el propio Ejército francés. El dominio del mar fue otro determinante al que añadir los recursos económicos y el problema de los suministros.