Jesús Fuentes se presentó a las elecciones como candidato alternativo y con el apoyo de 278 firmas. La suya es una vida dedicada a la empresa. Entró en la entonces Caja Rural Gijonesa en enero de 1965, pocos meses después de la fundación de la entidad el 24 de julio de 1964, y fue su primer empleado. Es gijonés, profesor mercantil, tiene 67 años, está jubilado desde hace cuatro años y llega a la presidencia después de haber sido director general durante cuatro décadas. Será el cuarto presidente de la popular entidad financiera local tras Faustino Medio, Valentín Blanco Cuesta y José Luis Riesgo Menéndez.

-¿Ganó contra pronóstico?

-No lo sé. Llevo toda la vida aquí, conozco la Caja desde siempre y tengo por ella un interés y una estima muy grandes. Estuve a su disposición sin sábados, fiestas ni domingos y sin más vacaciones que el viaje que organiza la propia Caja. Lamento que haya habido un perdedor, aunque lógicamente era inevitable, pero seguiremos siendo amigos.

-¿Fue decisivo el apoyo de los socios de la zona rural?

-Sí, y creo que influyó el que nos conocemos desde hace muchos años. Si no hubiese tenido un apoyo importante no habría seguido adelante, porque no me mueve ningún interés particular. Para mí, lo importante es la Caja, tenemos una entidad muy buena y no debemos desprotegerla.

-¿Por qué se presentó cuando sabe que son sólo cuatro años, ya que no podrá seguir al cumplir los 70 años?

-Porque es mi vocación, porque vi esto crecer y creo que aún puedo aportar algo y porque me creí que una parte de los socios me echaba de menos. Creo que es mi obligación el colaborar como uno más para que esto siga así de bien, aunque en los próximos años va a ser difícil repetir los resultados por el cariz que está tomando la economía.

-¿Cómo fueron los inicios?

-Difíciles, como todos. Los 21 socios de la Cooperativa de Agricultores que la fundaron se dieron de plazo dos años para obtener ganancias o cerrar, pero logramos 50.000 pesetas de beneficios ya el primer año y así comenzó algo muy bonito. Empezamos en una ruinosa sala de la oficina de la mutualidad agraria y, como para mí solo era mucho trabajo, contrataron al mismo empleado de la oficina como cajero. Los primeros fondos llegaron de la propia cooperativa, que abrió a cada socio una libreta con 100 pesetas y le dio un título de 300. Así reunimos 1.400 libretas y, sobre todo, la cooperación de todos.

-¿Cuál es el secreto del éxito de una entidad pequeña en un mundo tan duro?

-El secreto está en que hemos realizado un trabajo serio que nos permitió ganar la confianza de todo el mundo y, sobre todo, en el trato exquisito que damos a la clientela. Yo creo que hay que tratar a la gente como queremos que nos traten a nosotros cuando somos clientes.

-¿Cuál es su programa?

-No tengo programa, tengo ideas que se podrán hacer o no según la cuenta de resultados. Hay que cuidar cosas como el fondo de educación y promoción, y abriremos más oficinas si los resultados nos lo permiten y las actuales agencias van bien, pero todo lo decidirá el consejo rector.

-¿Apuesta por mantener la independencia de la entidad?

-Sin duda. La palabra Gijón detrás de Caja Rural es muy bonita y es un orgullo para la ciudad el tener una entidad financiera propia. Siempre lo defendí y lo mantengo porque es un patrimonio que no queremos ni podemos perder de cara al futuro.

-¿Qué la parecen los ruegos que se hicieron en la asamblea?

-Hay que analizarlos. En principio, no me parece mal el estudiar liberar a los socios de las comisiones de la cuenta, pero no creo que sea necesario elaborar un calendario electoral. La Caja Rural no es una entidad política y no me parece bueno para ella que se establezca una disputa electoral. Son cosas que enturbian el ambiente y que en nada nos pueden beneficiar. Quizás haya que buscar una fórmula para que la asamblea conozca mejor las candidaturas, pero la confrontación no creo que aporte nada bueno.