Mientras se celebra el Día del Libro y el primer aniversario de Laboral Ciudad de la Cultura, el informe del «Programme for International Student Assesment» conocido por las siglas PISA, apunta que, concretamente en Gijón, hay un 10 por ciento de analfabetos, es decir, unas 24.000 personas. Que en Asturias 535.000 estudiantes no han llegado al segundo ciclo de la ESO y que en nuestra Comunidad hay 57.000 jóvenes que no tienen graduado escolar. Todo complementado con los 780 millones de personas que hay analfabetas en todo el mundo, o las 858.000 que hay en toda España ocupando nuestro país el trigésimo quinto lugar en lectura según los indicadores educativos de una lista de 57 países.

Saber leer y escribir es el primer escalón hacia el criterio sólido en los individuos. El abandono institucional en esta materia, la complicidad soterrada entre ciudadanos y medios visuales y el crecimiento de la población en número, etnias y culturas han colaborado a que estos datos se incrementen sin cesar. Se ha repetido mucho que una población adocenada es más manejable. Observamos cada día las expresiones incorrectas de los profesionales de la comunicación audiovisual, la pauta estética de los mensajes políticos, el bajo rendimiento académico de los estudiantes, el retraso de dos años por lo menos en el conocimiento de materias y contenidos. Me llega un folleto en el que se anuncia un «electrecista». La calle está llena de carnicerías, cafeterías, pescaderías y demás comestibles sin sin tilde en la i («carniceria»).

Cada día se da menos importancia a la vía de conocimiento a través de la lectura. El Día del Libro se presenta más como una operación mercantil con descuento que como un empeño cultural. Incluso la prensa, cada día, aumenta más sus páginas rosa, en las que lo que importa no es lo que se dice sino quién enseña más y mejor cuerpo. Y los diarios gratuitos reducen la lectura a titulares que sirven para el autobús, pero no para el análisis con fundamento. Vemos los debates académicos de cada año donde se discute religión sí o no en un atavismo irresuelto, mientras el cardenal arzobispo de Toledo habla de violación que la religión (la de él) no figure en horario escolar, según informa LA NUEVA ESPAÑA, en un intento más de monopolizar el conocimiento del hecho religioso.

A su vez, la reforma del Estatuto autonómico apunta una de sus dificultades negociadoras en la oficialización del bable cuando todavía hay tanta gente que no conoce el español.

Eso sí, nos hemos enriquecido con el legado de Monterroso a la Universidad de Oviedo: 14.000 libros, entre otras cosas.

Y Carlos Ruiz Zafón ha lanzado un millón de ejemplares de su última novela. Una cosa es segura, 24.000 gijoneses analfabetos no podrán leer ninguna de estas obras por lo menos este año.

José María Ruilópez es escritor

Seis vidas se han ido, es lo importante. La irracional razón de parte de un pueblo indignado a lomos de un camión de Bomberos asaltado a cabezazo limpio en un autismo irascible, sin precedentes, cuando el único argumento es el paso del tiempo eterno para los que viven enjaulados entre sus rejas que repelen a los ladrones y les condenan a morir enclaustrados sin escapatoria posible.

La posición en el plano de la casa de los cuerpos calcinados nos indicará si el monóxido de carbono ha sido el causante de las muertes mientras dormían. Sólo si las víctimas están próximas a las ventanas cabe pensar en la descerebrada opción de poner verjas en todos los huecos de nuestras viviendas para evitar que nos entren a robar olvidando que estamos materialmente enjaulados. El resto de cábalas las resolverá el juez de turno.

Los telediarios no hacen más que pasar de forma reiterada el intento de linchamiento a los Bomberos con el argumento de llegar tarde al incendio cuando ni uno solo de los habitantes demostró fehacientemente hacer uso del teléfono en donde se registra la hora de llamada de auxilio. Aquí es la relatividad del tiempo, toda una teoría científica aún por demostrar sobre todo psicológica y hasta psiquiátrica, en donde el tiempo se para y vuela al mismo tiempo, el reloj busca así chivos expiatorios.

Los vecinos indignados cuestionan el diámetro de las mangueras cuando desean que el cauce del Guadalquivir inunde la vivienda en llamas, en la ignorancia supina que nos otorgan las emociones incontenibles de rabia e impotencia y, sobre todo, cuando nuestras mentes recrean filmes como «Llamaradas»: ahí las mangueras americanas tienen vida propia y el humo asesino deja incomprensiblemente ver cómo los héroes bajan de las pantallas a butaca de patio secuestrados por la imaginación que provoca un aprendizaje significativo absolutamente erróneo para la vida real.

Un ciudadano de a pie no tiene por qué saber la química del fuego, pero debe comprender que cuando utiliza su cocina y prepara, por ejemplo, paella con la que se obliga a echarle agua para hervir, la reacción es extraordinariamente exotérmica; por eso los Bomberos no deben utilizar agua alegremente en un horno como era la vivienda en llamas de Écija, en donde el vapor de agua alcanzaría temperaturas capaces de quemar a un ser vivo. No es cuestión de diámetros de manguera ni de caudales. De nuevo surge la palabra mágica: educación ciudadana.

Los medios de comunicación, que tanta capacidad poseen para saciar el hambre de noticias con horas de caducidad vestidas de imágenes que dan la vuelta al mundo, están llamados al compromiso de crear sociedad, no sólo de denunciarla. El periodismo no puede ni debe ser noticia per se, porque también se haría esclavo del tiempo como el pueblo de Écija o los servicios de emergencias. Los medios de comunicación deberían ir más allá, porque el periodismo también es ciencia social obligada a cuestionar por qué no hay detectores de humos en las casas que alerten a sus habitantes mientras duermen o por qué más de ocho mil ayuntamientos consienten que las viviendas se conviertan en trampas mortales con el uso de verjas antirrobo.

Juan Carlos Herrero es presidente de Bomberos Sin Fronteras.

El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. También un 23 de abril nacieron, o murieron, otros eminentes escritores como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Joseph Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue escogida por la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, con el fin de promover el placer de la lectura, especialmente entre los más jóvenes, y de respetar la irremplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural. El éxito de esta iniciativa depende, básicamente, del apoyo que reciba en cada país (autores, editores, libreros, educadores y bibliotecarios, entidades públicas y privadas, medios de comunicación). Especial relevancia deben tener también las redes de escuelas y bibliotecas. Desde el Partido Popular, más allá de la celebración puntual de este día, consideramos que el respaldo al libro, los autores y la lectura debe constituir parte ineludible de las políticas culturales que desarrollan las distintas administraciones. Así, desde nuestro modesto entender, hemos realizado continuas propuestas para mejorar la dotación y protección del patrimonio documental público e incrementar la difusión cultural del libro, las bibliotecas y los archivos. Para nosotros la dispersión de importantes fondos bibliográficos en nuestra ciudad debe ser corregida. Para tal fin, hemos planteado la creación de la Biblioteca Histórica de Gijón, integrada por los fondos de la Hemeroteca Provincial, de la Biblioteca del Padre Patac, la de Patricio Adúriz y del patrimonio documental municipal, entre otros. En la actualidad la Hemeroteca, después de dos traslados, se conserva en una nave industrial, mientras que los demás fondos están dispersos por distintos archivos municipales;, el Muséu del Pueblu d'Asturies y la Biblioteca Jovellanos. Con ello, conseguiríamos reunir las obras en un solo espacio y facilitar la labor de estudiosos e investigadores, y asegurar su protección, conservación y puesta en valor. Gijón tiene la suerte de tener un buen Archivo Municipal, dirigido por personal de reconocido prestigio y profesionalidad que debe ser potenciado con más medios económicos y materiales. De particular trascendencia resulta la necesidad de que los estudiantes gijoneses dispongan de salas de estudio específicas, dotadas de manuales y textos actualizados, conexión a Internet y unos horarios adecuados a las necesidades de los usuarios. Es decir, con apertura durante la noche y los fines de semana en épocas de exámenes. Creemos interesante la instalación de biblioplayas en San Lorenzo, Poniente y L'Arbeyal, que acerquen libros y prensa a los usuarios. Dicho servicio constaría de consulta y préstamo y se complementaría con actividades destinadas a los más jóvenes. Igualmente, desde nuestro partido, siempre hemos considerado que una ciudad de la dimensión de Gijón debe contar con Ferias del Libro especializadas y periódicas. Nuestra ciudad siempre acogió eventos culturales de este tipo, que atraían a nuestros paseos a editores, libreros, escritores y un numeroso público. Tristemente, mientras en otras poblaciones se han promovido y fomentado estas actividades, Gijón ha visto cómo, por cierto desinterés, han ido desapareciendo. Por otra parte, pensamos que las ayudas que se conceden a asociaciones y entidades que trabajan en la promoción del libro y la lectura son claramente insuficientes.

En definitiva, desde el Partido Popular, creemos que el apoyo al libro y la lectura debe ser constante y prioritario, no algo circunscrito a una jornada, ya que si el buen lector hace el buen libro, aquella Administración local que fomente la lectura contribuirá a una sociedad culta.

Manuel Pecharromán Sánchez es concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Gijón

Un aborigen de esta delicatessen de la naturaleza llamada Gijón saca nuevo libro... Luis Miguel Piñera, colaborador habitual de LA NUEVA ESPAÑA y alumno que fue de la Escuela de doña Anita y de los jesuitas (así cualquiera, amigu), es un consumado buceador de archivos que tiene en las hemerotecas su hábitat natural. Al día siguiente del aniversario de la II República, en el salón de recepciones de la Casa Consistorial, Luismi (tras los éxitos recientes de «Pop Playu» y del entrañable librito dedicado a Dioni Viña), presentó su última obra, que lleva por título «Posguerra incivil» -vencidos y vencedores en Gijón entre 1937 y 1940-. Dada la rigurosidad a la que el autor nos tiene acostumbrados y dado asimismo su innato estilo periodístico, no me cabe la menor duda de que el éxito de este último trabajo de uno de nuestros «cronistas de la villa» está más que asegurado. No se lo pierdan.