J. M. C.

Hace un siglo, cuando se celebró en toda España el entonces llamado «Centenario de la Independencia», el 2 de mayo de 1908 en Gijón tuvo sus luces y sus sombras, como recogió, al día siguiente, la prensa local. El diario democrático independiente «El Noroeste» (que tenía su sede en la calle de Covadonga, número 5 y de Concepción Arenal, número 1) publicó el domingo, 3 de mayo, un amplio resumen de lo acontecido en Madrid y en otras ciudades españolas con ocasión del primer centenario de la sublevación popular contra los franceses del 2 de mayo de 1808 en la capital del reino, celebraciones que, según las crónicas, habían tenido una gran brillantez.

Incluso en América, donde «la colonia española de las repúblicas latinas ha celebrado con magníficos festejos la conmemoración de la Guerra de la Independencia. En La Habana, Méjico y Buenos Aires las fiestas fueron muy brillantes». De hecho, desde la capital de Cuba, por telégrafo, se informaba a «El Noroeste» de que «el Centro Asturiano de esta capital se propone festejar el aniversario del levantamiento de Asturias contra la invasión francesa. Al efecto, organiza la importante sociedad animadas fiestas».

Pero en Gijón -cuyo alcalde era hace un siglo Jesús Menéndez Acebal-, según «El Noroeste», las cosas fueron diferentes, y bajo el título, a una columna, de «El Dos de Mayo en Gijón», aseguraba: «Tal vez sea nuestra villa una de las pocas que no han celebrado pomposamente la fecha del centenario de la gloriosa epopeya de la Independencia, fecha que trae a la memoria de todos el valor y los arrestos de un pueblo indómito que dejó grabado en las páginas de la historia patria un día solemne, un día memorable del que se destacan como figuras gallardas las de los héroes de aquella jornada: Daoiz, Velarde y Ruiz».

¿Qué sucedió en Gijón hace un siglo? Pues que en las arcas municipales no había «perres». Lo contó «El Noroeste» así a sus lectores de hace cien años: «Aquí, en Gijón, "oficialmente" ya sabemos lo que ocurrió con una proposición que presentaron al Ayuntamiento unos señores concejales, que inflamados de ardor patrio y altos sentimiento nacionales deseaban que Gijón, foco de aquel levantamiento de protesta en Asturias según dicen los cronistas, celebrase el 2 de Mayo con todo esplendor, más las economías, terribles obstáculos que desde hace tiempo entorpecen toda iniciativa y todo buen deseo, dieron al traste con los patrióticos anhelos de los señores ediles firmantes de la propuesta».

Pero la falta de arrojo municipal no fue un obstáculo para que, como contó «El Noroeste», el «pueblo de Gijón, que siempre dio muestras de su gran amor a la patria, se regocijara públicamente, engalanando los balcones de las casas». Así, «desde las primeras horas de la mañana, las colgaduras nacionales, en los balcones flamearon al viento, ocurriendo lo propio en los edificios públicos donde además fue izado el pabellón nacional durante todo el día (...) Los balcones de las sociedades de recreo y los de muchos colegios particulares también ostentaron la colgadura».

Al anochecer, «lucieron iluminaciones en el Ayuntamiento, Casino de Gijón, otros centros oficiales y otras sociedades y algunos comercios». La banda municipal de música, por su parte, «interpretó un escogido programa» y, a despecho de la maltrecha economía municipal, la banda deleitó a los gijoneses «entre la luz blanca de los focos que por orden de la Alcaldía, y sin temor a economías, estuvieron encendidos hasta las nueve de la noche».

Una hora después, como colofón a la jornada festiva del 2 de mayo de 1908, «recorrió las calles la rondalla de la Sociedad "Liceo Jovellanos" a los acordes de agradables pasacalles. Y eso fue todo lo que ayer hubo», concluye la reseña publicada en «El Noroeste» hará mañana cien años.