Albina FERNÁNDEZ

La del Santo Cristo de L'Abadía de Cenero es la romería de Gijón, la primera que se celebra. Ya lo dice el cantar: «Si a toes les romeríes quieres andar, por el Cristo de la Abadía tienes que empezar», o «la primera romería que Dios nos envía, el Cristo de la Abadía». La edición de este año tuvo una significación especial al cumplirse los cincuenta años de la creación de la sociedad de festejos. La fiesta es anterior, pero ya languidecía, y de no ser por la sociedad, no habría sobrevivido.

El entorno de la iglesia era ayer un verdadero aula de historia local al aire libre. Los profesores eran los siete supervivientes de la primera directiva que se formó en 1958 (Maximino Méndez, Abelardo Riestra, Francisco Blanco, Ovidio Álvarez, José Álvarez y Alfredo González), y el catedrático Laureano Junquera González (Lalo), cofundador de la sociedad junto con el ya desaparecido Manuel Menéndez González (Manolo Reguera). «Manolo me invitó a la fiesta en 1958, pero sólo había una bombilla y una gramola que chillaba. Le llamé la atención por convidarme a aquello, y allí mismo me dio 500 pesetas para que organizara yo la fiesta a mi gusto», explicó Lalo. Al día siguiente hablaron en serio y, poco después, formaron la primera directiva, presidida por Manuel Fernández-Acebedo, maestro de las escuelas de Sotiello, con el apoyo del cura, Manuel Valdés.

El primer problema que hubo que superar fue la legalización de la sociedad. Eran los tiempos duros de la dictadura y estaba suprimido el derecho de reunión, por lo que se precisó el visto bueno de la Guardia Civil y el permiso del gobernador, previa comprobación del certificado penal de cada directivo. «Ahí nos ayudó Mariano Busto (el que fuera cronista oficial de Carreño) y obtuvimos el permiso tras aceptar que una pareja de la Guardia Civil estuviera en las reuniones o actos que estimaran oportuno», recordó Lalo.

La directiva se puso manos a la obra y consiguió 240 socios que, a 60 pesetas los mayores y 2 los niños, pudo recaudar 13.923 pesetas, más 1.240 de donativos. En total, 15.263 pesetas. Estaba todo listo para celebrar la primera romería. Fue en el prau de la curva del Recañu, y allí se mantuvo hasta 1967.

Los primeros años fueron duros. Lalo prácticamente no se bajaba de la moto en su tarea de contratar las mejores orquestas del momento y de convencer a los feriantes de que el Cristo era una buena plaza. A partir de ahí todo fue sobre ruedas. En 1960 participó el primer grupo folclórico (Coros y Danzas de la Sección Femenina de Gijón) y la romería alcanzó tal relieve que en los años ochenta estuvo a punto de ser declarada «fiesta de interés turístico regional».

En estos cincuenta años cambiaron muchas cosas y, según sus fundadores, en muchas ocasiones para mal. Francisco Blanco, Paco, echa de menos el desfile engalanado desde la estación de Feve de Sotiello hasta la iglesia, antes de la de la misa y de la procesión. Una tradición que empezó el primer año, pero que se perdió. «Feve ponía un tren especial para la romería y abría la comitiva un carro del país tirado por una pareja de bueyes de Fero'l Ferreru uncidos con unas mollidas vistosas en las que iban los niños y niñas de la parroquia. Era algo muy especial», recordó.

Lalo dice con ironía que antes empezaban las fiestas a las 5 o las 6 de la tarde y acababan a las 11 de la noche, y ahora «es el revés: empiezan de noche y acaban de día». José Álvarez apunta otro cambio de trascendencia. «Antes los vecinos invitaban a las amistades y a la familia, pero ahora ya no hay cocineras para nadie. Y también se perdió la costumbre romera de comer en los prados». Para Ovidio Álvarez, la misa y la procesión tiran hoy de la fiesta.

Pero hay cosas que se mantienen, como el entusiasmo de la directiva que preside José Manuel Fernández, y el mal tiempo. Ayer volvió a llover, aunque todo el mundo quedó contento porque el agua aguantó y no estropeó la procesión. Y es que el refranero ya lo advierte: «Con paraguas y alegría voy pal Cristo L'Abadía», o «aunque llueva y aunque truene, en el Cristo L'Abadía siempre habrá una gaita y un tambor que suene».

Entre las tradiciones, pervive la costumbre de sacar en procesión al Cristo de la Misericordia y el Perdón y a la Virgen del Rosario. Cada uno de los dieciséis pueblos de la parroquia se turna, cada año, para encargarse de trasladar las imágenes, con la peculiaridad de que los hombres se encargan del Cristo y las mujeres de la Virgen. Este año le tocó a la población de Salcedo y tanto los hombres como las mujeres cumplieron con la tradición. El párroco, Albino Laruelo, explicó que se rotan las aldeas, desde las más cercanas a la iglesia hasta las más alejadas. Para Laruelo, lo más característico de la romería es que se mantiene su base religiosa y social.