El proyecto de rehabilitación del antiguo Banco Gijón hace aguas. Los malos tiempos que atraviesa el sector de la construcción han terminado de frustrar una intervención urbanística que lleva encadenados tres años de complicaciones. La empresa promotora, con el 90 por ciento de la obra ya ejecutado, ha optado por el concurso de acreedores, extremo sobre el que todavía no hay pronunciamiento oficial del juez.

La transformación del antiguo Banco Gijón en un edificio de viviendas de lujo fue idea del constructor Luis Priede, cuya familia política aportó la mitad del capital necesario para adquirir el inmueble. La otra mitad la asumió Antonio Hernández Rubiera, arquitecto de profesión e hijo de una antigua trabajadora del banco. La compra del inmueble se formalizaba en abril de 2005. Cinco meses después, Priede -que se ocupó de los trabajos de demolición interior y vaciado a través de su empresa Peñas de Europa- y su suegro decidían retirarse de la operación. A cambio de su parte, iban a recibir varios pisos en el emblemático edificio.

Para culminar la obra de rehabilitación de las 32 viviendas previstas, Hernández Rubiera se asoció con el también arquitecto Felipe Ceña Jodrá, con estudio en Soria. Su sociedad empresarial no ha logrado llevar a término el proyecto. Según fuentes próximas a la operación, hay «serias dificultades» para comercializar unos pisos que rondan los 6.000 euros por metro cuadrado construido, aun cuando se ha retocado el diseño original para reducir su tamaño.

La actividad constructiva en el antiguo Banco Gijón lleva a medio gas desde hace meses. Las viviendas tenían que haberse entregado en marzo de 2007. Aunque la rehabilitación de la fachada está ya muy avanzada, todavía quedan muchos cabos sueltos en el interior del edificio.