J. M. CEINOS

Trabajadores de Naval Gijón (Nagisa), liderados por su comité de empresa, retuvieron ayer por espacio de dos horas, en las dependencias de la dirección del astillero de El Natahoyo, a Carlos Fernández, directivo de la patronal Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (Pymar), después de que, según portavoces del comité, éste rechazara mantener una entrevista con la representación sindical.

«Fue una falta de respeto», indicaron miembros del comité de empresa, quienes, con el resto de la plantilla, decidieron entonces (hacia las once y media de la mañana) impedir la salida de Carlos Fernández del edificio administrativo clavando tablas en la única puerta útil del edificio. La situación se mantuvo hasta poco antes de la una y media de la tarde. En ningún momento hizo su aparición la Policía.

De esta forma, el centenar de trabajadores de la plantilla de Nagisa da un primer aviso sobre lo que puede suceder, a partir de ahora, en el caso de que no haya una solución para la continuidad del astillero, fundado a finales de 1984 con la fusión de Marítima del Musel y el Dique Duro Felguera.

En la actualidad, Nagisa tiene sólo carga de trabajo hasta el próximo octubre, mes en el que está previsto que se entregue el último barco contratado: un portacontenedores para el armador alemán Komrowski.

El comité de empresa se reunirá hoy con la dirección del astillero (gestionado por Pymar) para conocer los planes que tiene para la factoría naval. Mañana, viernes, a las diez de la mañana, está convocada una asamblea de trabajadores. Responsables sindicales indicaron que es muy posible que después de la asamblea los trabajadores vuelvan a las movilizaciones en la calle, augurando «un verano muy caliente».

La retención del directivo de Pymar tiene un antecedente. Ocurrió el 4 de diciembre de 1996, cuando los trabajadores de Nagisa retuvieron, también durante dos horas, al naviero alicantino Victoriano Sayalero, cuando visitó Nagisa, tras anunciar la compra del 50 por ciento de las acciones de la empresa a Duro Felguera. Los trabajadores, de esta forma, abortaron la venta a un empresario que atravesaba una crítica situación económica. Por otra parte, la plantilla de Nagisa no cree, por falta de dinero, que los excedentes se integren en Juliana.