Eloy MÉNDEZ

El Salón del Libro Iberoamericano, que se celebrará en Gijón hasta el próximo día 12, echó ayer a andar con la presentación de la obra «Nudo de sangre», ganadora del premio «Primavera» de novela. Su autor, Agustín Sánchez-Vidal, hace un repaso por las relaciones entre España y Perú en dos puntos cruciales del imperio hispánico: los reinados de Felipe II y Carlos III. Sánchez-Vidal, catedrático de Historia del Arte, especializado en Historia del Cine y antiguo profesor de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza, pretende con esta novela, la segunda que escribe, «poner algo de luz en la oscuridad que reina sobre el mestizaje de dos pueblos muy diferentes». El segundo premio recayó en la obra «Crucero de Oroño», de Luis del Val.

-Ha conseguido un éxito considerable si atendemos al gran número de obras presentadas al concurso.

-Es un premio muy importante porque se presentan originales de más de veinte países de todo el ámbito iberoamericano y creo que en este caso se presentaron más de 250 obras. El hecho de que te elijan como ganador te da confianza.

-¿Por qué «Nudo de sangre»? ¿Qué motiva el título?

-El nudo de sangre es un nudo marinero. Fue un secreto muy bien guardado porque era muy difícil de hacer. El secreto de nudo de sangre es que no se vean sus uniones. Se llamó así porque se utilizaba como látigo de nueve colas, con el que azotaban a los marineros. Pero también es una metáfora de las relaciones entre los españoles y los incas, porque hubo derramamiento de sangre, pero también hubo una mezcla de sangre. Quizá la gran diferencia entre la cultura española y la inglesa es que la política de Estado anglosajona fue de exterminio y la política de Estado española no fue de exterminio. La prueba es que los indios no están exterminados.

-¿Cómo refleja la novela esa mezcla de sangre?

-Se sitúa en dos momentos históricos muy concretos, que son 1572 y 1780, es decir, durante los reinados de Felipe II y Carlos III. En términos de lo que es la historia de Perú coinciden con el reinado de los dos Túpac Amaru. Hay un Túpac Amaru que es el último emperador inca y que lo ejecutan en 1572, por orden del virrey Toledo, y luego hay un segundo Túpac Amaru que en 1780 se subleva contra los españoles. De esta forma la novela lo que hace es recoger dos momentos clave: el principio del control total del Perú por parte de los españoles y el fin de ese control total cuando se produce la primera rebelión que, a la larga, conducirá a la independencia.

-¿Cómo logra enlazar en la novela estos dos momentos históricos?

-La historia se sitúa en 1780. Un ingeniero militar español y una princesa inca descendiente de la casa real se ven alcanzados por un objeto que se desembarcó en la costa de Andalucía en 1573. A partir de ahí, tienen que viajar a Perú y deben seguir las pistas de ese legado en busca de elementos que han quedado pendientes desde finales del siglo XVI. Un legado que ha quedado pendiente de una forma muy consciente por parte de la cultura inca, que ve cómo después de mil años está destinada a desaparecer. Por eso deciden dejar esa prueba en torno a la que gira la trama.

-¿Estamos ante una novela histórica?

-Es una mezcla de novela histórica y novela de aventuras. Es una novela muy documentada, pero el problema es que algunos de los elementos centrales que trato están todavía por descubrir. No se ha descubierto todavía la ciudad donde los incas resistieron durante treinta y seis años a los españoles. Y como la historia tiene lagunas, me vi obligado a llenarlas.

-¿Cómo fue la relación entre el imperio español y la cultura inca?

-Es quizás una de las relaciones más complejas que se pueden estudiar. Y lo es por varias razones. La primera razón es que en América no había ningún imperio tan organizado como los incas. En ese momento llega el imperio español, el imperio hegemónico del mundo, la potencia militar por excelencia, un imperio con posesiones en todo el mundo. Así tropiezan dos culturas con un grado de desarrollo muy diferente. Los incas no tienen escritura, no conocen la pólvora, ni el hierro, ni la rueda, ni tienen animales de carga... Es una cultura que se encuentra con episodios como el de Cajamarca, donde 175 soldados españoles rodeados por 80.000 incas ganan la batalla. Si esto lo llegan hacer los estadounidenses, tendríamos cientos de películas al respecto cada año.

-En esa relación tuvo un papel importante el componente económico.

-Ésa es otra de las razones a las que me iba a referir. El imperio inca era extremadamente rico. No ha habido ningún pueblo colonizado por España que fuera tan rico. Había monedas de oro, de plata, lingotes... Y se sacaban de inmediato. El cerro rico de Potosí cambia la economía europea. El oro y la plata de los incas revolucionan la economía de Europa.

-¿Por qué se ha escrito tan poco sobre las relaciones entre los españoles y los habitantes de su imperio?

-No lo sé, pero es un tema apasionante sobre el que aún queda mucho por contar.

El presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, participó ayer en la inauguración de la undécima edición del Salón del Libro Iberoamericano, que se celebrará hasta el 12 de mayo en el Antiguo Instituto Jovellanos. En la imagen, por la izquierda, Luis Sepúlveda, director del certamen; Álvarez Areces, y Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón.

- Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza.

- Especializado en Historia del Cine.

- Durante muchos años dio clases de Literatura Española en la misma Universidad.

- Tras un viaje a Perú decidió adentrarse en el estudio de la cultura inca.

- El libro premiado es su segunda novela, después de la publicación en el año 2005 de «La llave maestra».