«Lo importante es buscar novedades. Si siempre se hace lo mismo, se muere». El consejo profesional es de Rufino Ballesteros, quien parece haber aplicado a su propia vida este mismo principio que desde hace casi dos décadas rige el funcionamiento de las populares Jornadas deportivo-culturales de La Calzada, que le tienen como corazón y cabeza. Y es que, a sus bien llevados 68 años, Rufino es un experto en jubilaciones. Dijo adiós a su trabajo en Ensidesa, a una carrera como nadador de cierto valor regional y a toda una trayectoria como árbitro internacional de hockey sobre patines. Ahora prepara su paso a la retaguardia de Iniciativas Deportivo-Culturales (IDC), ese lío que se sacó de la manga con Julio César Baragaño a finales del siglo pasado y que pone patas arriba a La Calzada, a sus decenas de organizaciones ciudadanas y a sus miles de vecinos una vez al año.

Aunque pocos lo sepan, la historia comenzó en la localidad palentina de Villada. Allí nació Rufino el 1 de junio de 1940 pero sólo once meses después ya estaba en el barrio mierense de La Peña. El mayor de siete hermanos, tuvo que dejar de estudiar a los once años para llevar un salario al domicilio familiar. Hasta incorporarse como aprendiz a Fábrica de Mieres con 14 años pasó por ferreterías, tiendas, bares y talleres de construcción, donde hacía lo que podía a cambio de lo que le daban. No tiene pudor en recordar que si le daban de comer, mejor que mejor. Así llevaba un dinerillo a casa y le evitaba a su madre poner sobre la mesa una ración más de comida que no siempre había. Ese periplo profesional llevó al niño Rufino al Hogar del Productor de Mieres, donde vio la luz el Ballesteros nadador. Sólo tenía doce años y no había estado nunca en una piscina, pero miraba como lo hacían los habituales del Hogar y un día... se tiró al agua. No debió hacerlo muy mal porque en diez días ya estaba participando en el Campeonato de Asturias que se celebraba en Pola de Siero. Aún recuerda que tenía que pararse cada 25 metros porque no era capaz de respirar. El debut fue un desastre pero no impidió que demostrara sus capacidades en braza y mariposa durante dieciocho años. Se despidió como nadador ganando un Campeonato regional con el equipo del Grupo Covadonga. Antes había estado en el Cimadevilla y fundado la sección de natación del Mieres Club Patín.

Pero el gran deporte de Rufino Ballesteros ha sido el hockey sobre patines. A él llegó con la misma improvisación que a la natación. Simplemente miraba partidos y entrenamientos del Mieres Club Patín y un día alguien le pidió que les pitara. Así nació el Ballesteros árbitro que se jubiló veinte años más tarde tras arbitrar una final europea en Italia. Había hecho de todo a nivel nacional e internacional y ya no se ilusionaba cuando la federación le remitía su siguiente misión así que, con 43 años, dijo basta. La posibilidad de pasar más tiempo con su mujer, Pepita Cruz, y con el hijo que ya le ha dado dos nietos balonmanistas también se tuvo muy en cuenta a la hora de firmar otra renuncia. Lo que no dejaba de ilusionarle era trabajar con los pequeños en la pista de La Algodonera. Rufino había dado el salto de Mieres a La Calzada en 1969 siguiendo la peripecia vital de muchos trabajadores de la Fábrica de Mieres y descubrió en esa pista del su barrio de La Algodonera la posibilidad de hacer algo por los jóvenes. Por eso, se siente orgulloso de ver la cantidad de chicos y chicas que ahora mismo entrenan en esa pista, de saber que La Calzada tienen unas campeonas de Europa en las jugadoras del Biesca y de que Gijón sea sede este septiembre de un Mundial de patinaje de velocidad. Un poquitín de todo esto se le debe a él y a su esfuerzo.

Precisamente buscar fondos para organizar un Campeonato de hockey hizo nacer hace diecisiete años al Rufino IDC. Al principio sólo se trataba de organizar unas jornadas en el barrio, las que ahora mismo se están desarrollando, pero, con el paso del tiempo, la sede de la organización en el Ateneo de La Calzada se ha convertido en un cajón de sastre donde se impulsa cualquier iniciativa a la que se le vea potencialidad. Por eso, ahora mismo, los chicos y chicas de Rufino están liados en la organización del Mundial de Patinaje, en la entrega de premios a los mejores vecinos de La Calzada, en el asesoramiento de clubes deportivos, en la organización de los encuentros de hermanamiento de mierenses y gijoneses, en cursos de supervivencia doméstica en los institutos, en un proyecto de payasos hospitalarios bajo el nombre de «Tiritas plis plas»... Y él, por si no tuviera poco, también es representante de la Alcaldesa en el consejo de distrito de la zona oeste. Rufino Ballesteros se prejubiló de Ensidesa con 53 años pero sus otras vidas le mantienen más que ocupado buscando, día tras día, esas novedades que impiden que una buena idea se muera.