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-¿Cómo era Luis Adaro, su padre, de puertas adentro?

-Muy trabajador. Madrugaba mucho y, después de oír misa de 7.30 u 8, y desayunar, su actividad no se detenía. Nunca durmió la siesta, ni tomaba copas, ni asistía a más comidas que las imprescindibles. Y así todos los días del año, como una hormiga.

-¿Y en las vacaciones?

-Jamás las tuvo. Sus viajes siempre eran de trabajo. Hace muchos años, al tener una labor literaria entre manos, se fue al parador de Riaño, antes de que éste desapareciera bajo las aguas que anegaron aquel valle, para recluirse a escribir. Llevaba el coche hasta arriba de libros, pero para él suponía un descanso, ya que le gustaba mucho la montaña. Era tan habitual en los archivos de Viso del Marqués, en Ciudad Real, y Simancas, que entraba por allí como Pedro por su casa.

-¿Y su carácter?

-No lo tenía fácil; era organizador con mando en plaza. A su favor he de decir que, al perder a su esposa, mi madre, tan joven, tuvo que asumir toda la responsabilidad de la familia.

-Creo que se está escribiendo su biografía...

-Sí, hay un libro pequeño, que se editó conjuntamente entre la Cámara de Comercio y el Foro Jovellanos al cumplirse el primer aniversario de su muerte. Colaboran en él todas las instituciones oficiales y aquéllas en las que tomó parte, pero ahora se está trabajando en su primera biografía. El encargado de su redacción es Juan de Lillo.

-¿Se puede decir que ha recogido usted el testigo de la labor humanista de su padre?

-En cierto modo, sí, o al menos soy el más interesado en continuar la labor intelectual, pero con relación a la empresa es mi hermano Luis quien lleva las riendas.

-¿Y qué van a hacer con la magnífica biblioteca?

-Hay en ella dos partes fundamentales; la asturiana y la de América, correspondiente a la época colonial. Ésta le interesaba mucho porque era un acérrimo defensor de la labor de los españoles en América. No hemos pensado nada, queremos conservar la biblioteca, ya veremos... Una parte se ha cedido al Museo de la Minería, son unos 1.500 libros relacionadas con la industria y el carbón asturianos, que servirán de consulta para los estudiosos.

-Toda la vida en El Bibio, y ahora en Somió, ¿qué supuso el cambio de residencia?

-Si no nos hubieran rodeado las torres nos habríamos quedado en El Bibio para siempre, donde tuvimos una infancia muy feliz. El colegio de La Asunción estaba al lado y suponía un gran aliciente ver a las niñas. Y recuerdo el quiosco de Luz, cerca de la plaza de toros, donde comprábamos cromos, chicles y poco más. Luz abría de 7 de la mañana a 11 de la noche, y calentaba la comida en un infiernillo. Al lado de casa había dos cuadras y nuestra mayor ilusión era ir con las vacas, guiada en mano, al prau de las monjas, hoy integrado en el Grupo Covadonga, o subir al carro lleno de hierba.

-Del carro de la hierba al Foro Jovellanos; no es usted un aburrido...

-No, mi padre me había comentado cosas del Foro, asomé la nariz en él y me enganchó por completo. Aquí llevo seis años, primero como vocal y los tres últimos como vicepresidente, pero siempre llevando el control del dinero.

-¿Abunda?

-Digamos que nuestra economía es saneada y está sujeta a criterios muy realistas; vivimos de las subvenciones oficiales, empresariales y particulares, o sea, somos una orden mendicante, aunque he de decir que las circunstancias han cambiado mucho; hace años, cuando llamábamos a una puerta podían surgir problemas, pero hoy es todo más fácil.

-Cuestión de prestigio y, al final, todos quieren bailar con la señora marquesa...

-Sí, pero el prestigio se adquiere con los años, con trabajo, insistiendo en hacer las cosas bien; el Foro se lo ha ganado a pulso con muy pocas personas. De este modo el dinero va llegando y se incorporan entidades importantes. En una institución así, sin ánimo de lucro y en la que nadie cobra, es normal que la gente acabe cansando, pero en este caso, no. El grupo lo lidera nuestro presidente, Jesús Menéndez Pélaez, asistido por Orlando Moratinos como secretario, Vicente Cueto y yo, además del vicepresidente, José Antonio Hevia Corte, que siempre está dispuesto a apoyar cualquier iniciativa del Foro Jovellanos. Ésta es una aventura maravillosa que nos llena plenamente.

-¿Qué proyectos contemplan en la actualidad?

-Ante nosotros tenemos un campo muy amplio; hay mucho que investigar en el entorno de Jovellanos y su época. De modo inmediato vamos a hacer un trabajo sobre el conde de Floridablanca, ministro de Carlos III; el actual conde, que es patrono del Foro, vino expresamente a Gijón a pedirnos que coordináramos la biografía de su antepasado. Esto es para nosotros un reconocimiento de eficacia. Por otra parte, el premio de investigación «Jovellanos» ya ha producido diez ediciones, cinco de ellas provenientes del extranjero, prueba de la solvencia y difusión de su convocatoria. Al margen del premio, hemos editado 30 libros, y la sección de amigos de Jovellanos se aproxima a los 250 miembros, con sus cuotas. Todo esto nos anima a seguir.

-Demos una larga cambiada, ¿qué pasa con el fútbol, tan en boga?

-Que ojalá suba el Sporting. Mi padre, cuando falleció, era el socio número 7, aunque tuvo que dejar de ir a El Molinón porque sufría demasiado. ¡Qué pena que no pueda ver el ascenso! Yo soy socio desde 1958 y sigo ahí. He jugado al cuadrín y era bastante bueno, y en la bici fui un Bahamontes.