Me llamo Angela María y he nacido, me he criado y vivo actualmente en La Nozaleda de Roces. Esta zona ha sido siempre una zona tranquila, con ambiente de «aldea», a pesar de la proximidad al otro núcleo poblado de Roces y al mismo Gijón. Con el reciente PGOU que todos conocen se ha comenzado a edificar a gran escala como zona de expansión de la ciudad según criterios municipales que acepto pero no comparto. Digamos que a nuestra tranquilidad y sosiego de tantos años le ha tocado llegar a su fin por mor del avance imparable de las necesidades de crecimiento de nuestra ciudad. Hasta aquí, aunque en desacuerdo de cómo se han hecho las cosas, como ya he dicho, lo acepto y me resigno. Pero lo que no puedo aceptar de ninguna manera es la indiscriminada instalación de bases de telefonía móvil que está llevando a cabo Telefónica con el consentimiento y autorización del Ayuntamiento.

Han colocado una enfrente del Instituto de Roces, en la carretera de los depósitos y ahora, justo a escasos diez metros de mi propia vivienda. La desfachatez y prepotencia de Telefónica con la anuencia del Ayuntamiento revuelve las tripas a cualquiera por tranquilo que sea.

Cuando comenzó la obra civil, me interesé preguntando a los operarios que trabajaban allí para qué se iba a destinar la construcción, y me respondieron que era para una estación meteorológica. Ya estaban mintiendo y tratando de engañar desde el principio. Cuando vi el cariz que tomaba, junto a vecinos próximos que también se consideran afectados por dicha instalación, dirigimos un escrito de alegaciones contra la construcción al cual nos contesta el Ayuntamiento indicándonos que no tienen constancia de ninguna solicitud de permiso para esa instalación, cuando ya estaba terminada y a punto de ponerla en servicio. Debido a la proximidad de mi vivienda, he visto cómo han intentado trabajar para ultimarla incluso por la noche. Los obreros que se acercan, al ver que los observamos, «disimulan» lo que realmente iban a hacer y se van. Parece que ya han solicitado la licencia y mucho me temo que se la concedan próximamente a pesar de haberse pasado «por el forro» todas las normas establecidas por nuestro ilustre Ayuntamiento. Nuestro rechazo obviamente es porque sospechamos que pueda afectar a nuestra salud, según infinidad de estudios hechos en todo el mundo, donde se advierte de los peligros de vivir dentro del radio de acción de ese tipo de emisiones. Algo que sorprende a todo el mundo son las grandes sumas de dinero que se pagan por el alquiler del terreno para estas instalaciones. Pienso que si realmente no existiera peligro alguno, y en pro del beneficio de la comunidad, ya habría leyes que obligarían a expropiar el terreno al justiprecio, como se hizo con la distribución eléctrica. Una vez más se vilipendia al ciudadano, al que apenas se le deja el derecho al pataleo. Pero en este caso somos muchos ciudadanos y aseguro que el pataleo se va a oír. No cejaremos en nuestro empeño y llegaremos a las instancias que sea menester para que se nos escuche y se nos respete. A ver si los políticos nos tienen en cuenta aunque no sea época de elecciones. Poderoso caballero es don Dinero. Snif!

El tema de la ubicación de la «Semana negra» vuelve a convertirse en un problema. Durante años los vecinos de la zona del parque protestaron extraoficial y oficialmente por los trastornos que este evento les producía. Y finalmente la justicia, esa justicia en la que todos los demócratas creemos, les dio definitivamente la razón. Sabiendo que en el presente año ya no se podría situar en la zona de El Molinón, según la sentencia dictada, el Consistorio ha dejado para última hora dar a conocer su resolución de que este año se realice en la explanada de Poniente, donde además de ser un espacio bastante más reducido que el anterior, las viviendas de los vecinos están aún más cerca de «esos» trastornos que ocasionaron la demanda anterior. Supongamos que el tiempo se les ha echado encima a nuestros ediles. Supongamos que barajaron varias posibilidades de reubicación y evaluaron honestamente todos los pros y contras para los ciudadanos a los que representan. Supongamos que su decisión responsable es la más adecuada. Tras estas suposiciones, los vecinos afectados por los contras tienen todo el derecho a decir lo que piensan y por qué no, a protestar por la decisión finalmente tomada. Algunos pueden tacharlos de insolidarios, pero yo pienso que, al contrario, la postura por la que optaron finalmente tras las conversaciones de la Asociación de Vecinos «Pando» con los responsables del Ayuntamiento, es totalmente solidaria. Aceptan la urgencia de la decisión. Aceptan lo importante que es para todos los gijoneses la celebración de la «Semana negra». Aceptan que tendrán este año que soportar algunos trastornos por el bien de todos. ¿No es eso ser solidario?

Pero con estas premisas, tras la aceptación vienen las exigencias de excepcionalidad, de que esto sea así por las circunstancias, pero sólo este año. Y para asegurarse de que las cosas no cambiarán en un año, piden un decreto municipal donde consten los acuerdos alcanzados. Y aquí viene mi primera reflexión. ¿Por qué no basta la palabra de político? ¿Por qué los ciudadanos exigen que los acuerdos de alguna manera queden plasmados por escrito? ¿Es que acaso estos políticos en sus trayectorias han dado a entender a la ciudadanía que no son de fiar, que donde hoy dicen una cosa, mañana dicen o hacen otra? ¿Cuánto vale realmente para un vecino de Gijón la palabra de político? Y aquí viene la segunda. Los responsables consistoriales han dado una respuesta negativa a tal petición vecinal. ¿Por qué? Si realmente les ha pillado el toro, por decirlo llanamente, para tomar la decisión de situar la «Semana negra» en Poniente, si dicen que esta decisión es de carácter excepcional, si son conscientes de los trastornos que pueden ocasionar a los vecinos, ¿por qué no hacer ese decreto municipal? Y reflexionar sobre esta duda me ha generado nuevas preguntas aún más preocupantes. ¿Es qué acaso los propios «electos» dudan de su palabra de político? ¿Es que su grado de responsabilidad para con los vecinos y los acuerdos a los que con ellos llegan no son capaces de plasmarlos por escrito? ¿Es que ya prevén que quizá no son capaces de cumplir con su palabra... de político? ¿Cuánto vale realmente para un político su palabra? Soy defensora de lo que la «Semana negra» a nivel cultural supone para Gijón. Soy consciente de que para poder sacarla adelante se necesita complementar con actividades lúdicas. Soy consumidora de sus libros, sus debates, sus bocatas, sus conciertos nocturnos... Pero sobre todo, soy una ciudadana crítica y no me gusta nada que la respuesta a este problema por parte de mis representantes en el Consistorio me haya generado tantas y tan profundas dudas. Palabra de republicana.