Benjamín LEBRATO

El club de Castiello se había inaugurado con una gran fiesta que puso el listón muy alto en sociedad gijonesa. Ahora los socios tenían que empezar a jugar al golf; sobre todo después del primer swing oficial que dio, en la calle del ocho, el ideólogo y jugador de golf Félix Cifuentes y que tanto éxito tuvo entre los atentos socios que le tildaron de «virtuoso».

El campo constaba de nueve hoyos, diseñados por el marqués de Miranda, sobre una superficie de trece hectáreas, resultando un campo corto, de calles estrechas y con «fuera de límites por todas partes».

El constructor del campo fue Juan Canellada, pero el pico y la pala corrieron a cargo de Marino Cabo y de sus ayudantes, Gervasio, Manolo, Camín y Benigno, entre otros. Se recoge en la historia del Club.

En el primer diseño, los greenes se construyeron sin hacer ninguna nivelación, quedando al mismo nivel de las calles. Para muchos tenían su encanto y su forma de jugarlos.

Juan Velasco se hizo cargo del mantenimiento del campo y con Marino Cabo hicieron milagros para tenerlo perfecto, aun cuando los medios eran muy escasos. Cabo segaba mucho con guadaña y con una segadora para las calles. También había una maquinita para los greenes.

El gusanillo del golf estaba dentro del club y los lanzados que se atrevieron a empezar a jugar rápidamente descubrieron que, aunque la mayoría eran golpes malos, de repente salía uno bueno y te picabas, había que darlos todos bien.

En los comienzos todos podían salir libremente al campo, pero los destrozos eran tan grandes que para jugar alguno de los nueve hoyos había que hacerlo con profesor y después de dar algunas clases.

Para tal fin, Félix Cifuentes contrató en Madrid al profesional del club Puerta de Hierro Diego San Román, que se desplazó a Gijón con su esposa, Laura, y con sus hijas, y ocuparon la vivienda que había en el primer piso del «antiguo cuarto de palos». Diego San Román estuvo siete años en Gijón y fue el responsable de formar a las primeras generaciones de jugadores de Castiello. Jugar por aquel entonces al golf, no era como ahora. «Cuando se perdía una bola se cogían de la mano los jugadores para ir pisando a ver si la encontraban». Y es que, pese al voluntarioso Marino Cabo, que segaba todo el campo con guadaña, la hierba alcanzaba mucha altura.

Dadas las condiciones del terreno, los jugadores utilizaban ropa un poco usada para salir al campo, salvo alguna excepción que vestía como un pincel. Esto contrastaba mucho con la vestimenta de los jugadores cántabros en su primera visita del Interclubes, celebrado en Castiello, al que asistieron, entre otros, «Emilio» Botín y su mujer, Paloma O'Shea, que perdió una pequeña joya en su recorrido, siendo «Chaleco», que había ejercido de caddie, el que recorrió el campo hasta encontrar la alhaja.

Para la organización del juego, en la primera junta directiva, celebrada el 28 de enero de 1959, puede leerse, «se nombró una comisión formada por Juan Velasco y Juan R. Hermosilla para la confección de unas reglas de juego con normas locales, y en base al reglamento de golf de la Federación Española para su impresión y distribución entre los socios».

Alguna de estas pequeñas anécdotas las contaron Félix Cifuentes, Machi Felgueroso, Enrique Llansó y Francisco Palacio, estando recogidas en mayor número y extensión en el libro que Gracia Suárez Botas está confeccionando para la celebración del 50.º aniversario del Club de Golf de Castiello.