Benjamín LEBRATO

La primera junta directiva, presidida por Javier Loring Guilhou, presentó ante la expectante sociedad gijonesa el nuevo Club Golf de Castiello el 19 de julio de 1958. Al éxito de la inauguración, contribuyó mucho el equipo humano que Juan Suárez había aglutinado para atender la «casa club» y las labores del campo de juego.

El personal de campo estaba integrado por el capataz y casero de la finca, Marino Cabo Iglesias, que tenía como ayudantes a Benigno Suárez y a Gervasio Mayo. Marino Cabo Iglesias y su esposa, Avelina Tuero Pardo, llegaron al palacio de Castiello contratados por Francisco García Vaxter y Consuelo Cienfuegos Jovellanos, como caseros, cuando apenas llevaban seis meses de casados y varios años antes de que Félix Cifuentes se fijara en la finca como posible emplazamiento del Golf de Castiello.

A los pocos años, falleció el propietario, y su esposa se trasladó a vivir con su familia a la ciudad, coincidiendo entonces con el interés de Félix Cifuentes para hacer el club de golf y llegar a un acuerdo con Allende, patriarca de la familia propietaria, en Santander.

En ese momento fue cuando Marino Cabo tuvo su primer contacto con lo que sería su futuro, el golf, al llegar a un acuerdo con Félix Cifuentes, Juan Suárez, Javier Loring, Juan Alvargonzález y Juan Velasco, promotores del nuevo club, para ser el capataz y llevar el mantenimiento del campo.

Marino Cabo rápidamente cogió la idea de Félix y con el proyecto del marqués de Miranda y las instrucciones de Juan Velasco y el constructor Juan Canellada replanteó el terreno, los árboles y empezó a formar y sembrar los greenes, que en un principio estaban al mismo nivel que las calles.

Todo salió muy bien y el capataz Marino Cabo cogió gran experiencia en el cuidado y mantenimiento de un campo de golf, siendo llamado varios años después a los campos gallegos de Zapateira y La Toja para aplicar sus conocimientos en aquellos campos que se estaban construyendo.

En Castiello nacieron sus tres hijos, Pepín, Cristina y Pili. El primero y más conocido, Pepín Cabo, vivió el mundo del golf desde la cuna, pasando primero cuando era un chavalín por coger bolas, haciendo de caddie posteriormente y jugando a escondidas con otros caddies de La Camocha, muy atraído por el juego del golf.

Su padre, Marino, quiso meterlo a trabajar en las labores del campo, pero a él sólo le gustaba jugar al golf, a pesar de las pocas ocasiones que disponía para ello, en unión de Lopezito, Canfran y otros muchos. El club en reconocimiento a su labor y conocedores del buen juego que tenían les hicieron un campeonato anual sólo para los caddies, demostrando Pepín Cabo sus dotes para el golf.

El club cada año organizaba un campeonato de profesionales y fue en uno de ellos cuando un socio especial le dijo a Ramón Sota que había un caddie que jugaría con ellos como amateur. Así fue y Pepín Cabo ganó el campeonato. A partir de ese momento todo fue más fácil, formalizando su pase al mundo profesional al año siguiente, cuando cumplió 18 años. En ese momento pasó a ser «profesional del campo», compaginando las labores de enseñanza con la competición. Después de unos años se marchó para el campo de El Saler, en Valencia, llegando a tener un gran currículum de éxitos como profesional.

La saga de los Cabo seguía con José Manuel, «Lin», hermano de Marino y encargado del bar y cocina de Castiello, teniendo en la actualidad dos hijos en el club: Pedro, conserje, y Javier, en el campo.

Una hermana de Marino y de Lin, llamada Elia, tenía dos hijos que fueron conocidos como los «duendecillos del green del hoyo 8». En la actualidad, uno de ellos, Pablo, es el sucesor de su tío Marino como capataz o «greenkeper» del campo, que es la actual denominación. El otro hermano, Herminio, es miembro del equipo de mantenimiento del campo. Otro personaje en las labores del campo, discípulo de Marino Cabo, fue Eloy Rubiera, que cuando se jubiló Marino quedó como capataz y posteriormente pasó a llevar el campo de La Barganiza y después el campo de fútbol de El Molinón.