Catedrático de Filosofía del IES Emilio Alarcos

Lucía VILLAVERDE

Catedrático de Filosofía del IES Emilio Alarcos

Siverio Sánchez Corredera, catedrático de Filosofía del IES Emilio Alarcos de Gijón y patrono de la Fundación Foro Jovellanos, habló ayer sobre los principales hitos de la biografía del librepensador gijonés Jovellanos, en la apertura del curso de verano de la Universidad titulado «Gijón: entre Jovellanos y Cervantes».

-Usted ha sido el encargado inaugurar el LXVII Curso de verano. ¿Cómo valora la acogida de los participantes?

-Bien, son jóvenes abiertos que valoran los cursos estratégicamente, y como son cursos «comodín» para obtener créditos de libre configuración, su valoración sólo depende de cómo desplegamos la información.

-¿Qué tipo de alumnos atraen Cervantes y Jovellanos?

-Muy diversos. Había alumnos de todas las carreras, pero la mayoría de los asistentes provenía de carreras de letras como filología, historia, filosofía, etcétera. Chicos jóvenes que se han apuntado por la cercanía del lugar donde se daban, los créditos que se otorgaban, y por conveniencia de fecha. Otros años hay gente mayor que se apunta sin un fin aparente, pero este año no se ha dado el caso.

-¿Cómo se evalúa el curso?

-Se exige un trabajo que resuma las ponencias, que sirve para hacerles reflexionar y que de todos los asistentes uno o dos se queden con la idea.

-¿Está destinado a un público concreto o con conocimientos específicos?

-No, me prohibí profundizar en ideas o detalles, pretendí que fuera algo liviano que estructurase el conjunto de su obra. Me ayudé de un Powerpoint para amenizarlo, introduciendo otros personajes relacionados con la vida de Jovellanos, para que los universitarios se acercasen al tema y supiesen algo más de literatura, recuperando contenidos que conocían previamente y los centrasen con los nuevos.

-¿En qué contenidos se ha centrado en el arranque del curso?

-A lo largo de las dos horas de charla recalqué, trazando en líneas generales, la idea de que hay siete etapas en la vida de Jovellanos, en que su vida estuvo marcada por cimas y simas, su carrera profesional, su vida sentimental y alguna anécdota graciosa.

-¿Por ejemplo...?

-Sí, cuando descubrí algo en lo que nunca había reparado nadie. Cuando Jovellanos estaba prisionero en Mallorca, se carteaba con familiares y para que sus cartas no fueran interceptadas las firmaba su secretario, pero en ocasiones utilizaba nombres de barrio de Gijón. Pero en una firmaba como «Parín» y yo deduje que eso era su nombre, como le debían de llamar de pequeño de forma cariñosa de Gaspar, Gasparín y de ahí su firma de «Parín».

-De las siete etapas de la vida de Jovellanos, ¿cuál considera la más prolífica?

-Si destacase una, no quisiera poner las otras a la sombra, puesto que se caracterizan por una gran integridad; pero me quedaría con los tres últimos años de su vida, aunque si los englobase en etapas para seguir una uniformidad, serían diez, los siete en la cárcel y al salir los tres siguientes, hasta su muerte en 1811.

-¿Interesa hoy más su obra o su actuación política y reformista?

-Su vida y su obra se conjugan a la perfección, y nos lleva a quitarnos el sombrero delante de él. Pero como ya no vive, su obra es más importante.

-¿Y usted por qué se sintió atraído por el prócer gijonés?

-Mientras maduraba sobre qué hacer mi tesis, pensé en Jovellanos. Como no le conocía, compré «Las memorias en defensa de la Junta Central» y descubrí lo interesante que era, cómo desgranaba las ideas... empecé a entender la historia en los siglos XVI y XVII y observé que Jovellanos es una mina.

-¿Cree que esa mina jovellanista aún está por explotar?

-Por supuesto, aún no conocemos todo y el jovellanismo asturiano no debe quedar atrapado en su mera vida, hazañas, andanzas y elevarlo a cotas de personalidad histórica, sino que debe estudiar su obra, obra importante de la época. Aunque aún deben pasar unos años para poder descubrir todo el pasado histórico.