El PSOE está atrapado en la tela de araña que él mismo tejió, la cosa viene de lejos, de tiempos de los gobiernos de Felipe González y sus ministros Boyer y Solchaga. Al llegar al Gobierno de sus primeras legislaturas, el PSOE fue adoptando progresivamente el credo liberal, o más bien neoliberal, como pensamiento único. Su política de privatizaciones y reconversiones fue una buena muestra de esa ideología. Aceptaron sin más todas las premisas neoliberales sobre los impuestos, rebajaron impuestos a los más ricos, incluso recientemente eliminaron el impuesto de patrimonio, asumieron la falacia de que permitiendo el enriquecimiento de los más ricos habría más riqueza para todos, que es una teoría interesada no demostrada en absoluto, ya que se está demostrando todo lo contrario.

Pero, a nivel global, la acumulación de capital a costa de la disminución de las rentas del trabajo motivó una caída del consumo en los países industrializados y con ello una sobreproducción, por lo que para recuperar dicho consumo el sistema disparó una burbuja de crédito fácil y desmesurado que no podía tener demasiado recorrido, por lo que finalmente estalló.

Al final, la sobreacumulación de capital y el exceso de crédito y apalancamiento crearon una crisis sistémica cuya profundidad aún no conocemos, pero que de seguro será mucho más terrorífica de lo que muchos esperan.

El PSOE, intentando disculparse, fija el inicio del problema español en las legislaturas de Aznar, y eso no es exacto, antes de que Aznar impulsase la fiebre especulativa, por parte del PSOE ya se habían aceptado a pies juntillas todas las falacias de los interesados en medrar dentro del caldo neoliberal, recuérdense los «pelotazos» de los que se ufanaba el ínclito Solchaga. Aznar desarrolló y amplió dichas políticas, especialmente la burbuja inmobiliaria, fue entonces cuando Álvarez-Cascos dijo: «Si la vivienda sube es que la gente tiene dinero para pagarla...», una gran mentira, no había dinero, lo que había era un crédito disparatado que endeudó de por vida a varias generaciones de españoles.

Cuando Zapatero asumió el Gobierno fue advertido por algunos economistas como Ricardo Vergés y otros de lo que iba a ocurrir, pero puso oídos sordos a todos los economistas ajenos al credo neoliberal, y, siguiendo las pautas del pensamiento único, miró hacia otro lado, encantado de haberse conocido y muy feliz por toda aquella aparente prosperidad.

En las tertulias, los economistas y analistas del sistema estaban eufóricos, España estaba siguiendo su idolatrado sistema «usamericano», aunque, según ellos, con imperfecciones, porque algunos se quejaban de que aquí aún existía demasiado intervencionismo estatal y de que incluso se protegía en exceso a esos «vagos» apuntados al paro. Reclamaban que era preciso más liberalismo, más privatizaciones y menos protección social, ya sabemos, la solución siempre está en la reforma del empleo, aún lo siguen diciendo ahora, afirman que con el despido libre y gratuito se solventarán todos los males económicos del país.

Lo que desean es aprovechar la crisis como ocasión para chantajear y transferir más rentas del trabajo al capital, son tan torpes y codiciosos que aún no han comprendido que el origen de esta crisis, que les puede salir muy cara, está precisamente en esas políticas neoliberales que mermaron la capacidad adquisitiva de los asalariados.

Por ello, Zapatero está atrapado en una trampa, o rompe con toda su pasada política económica en un giro copernicano, cosa que no creo, ya que se sigue asesorando de los mismos economistas «oficiales» fruto de la escuela única, o está abocado irremediablemente a un estrepitoso fracaso económico y con él iremos todos nosotros.

No existen recetas contrastadas para resolver desde una perspectiva neoliberal, ni incluso desde la keynesiana, una situación como la actual, pero Zapatero, si en lugar de escuchar a aquellos que bajo el disfraz «técnico» de economistas difunden posiciones ideológicas en defensa de las clases financieras dominantes, escuchase a economistas independientes y alternativos de variadas ideologías, como Juan Torres López, Garzón Espinosa, Ricardo Vergés, Santiago Niño Becerra, Juan Francisco Martín Seco y otros muchísimos más por lo menos se caería de la burra neoliberal, en donde por su ignorancia en el tema lo ha montado la camarilla al servicio de la banca.

Como no creo que haga nada semejante, Dios nos coja confesados. (Y que conste que soy ateo).