M. CASTRO

Uno de los principales proyectos anunciados para convertir el puerto de El Musel en el gran polo energético de Asturias acaba de desinflarse por completo. Nátura Energía Renovable, empresa controlada por el grupo castellano-manchego Jiménez Belinchón, ha renunciado a la concesión de 28.000 metros cuadrados en el muelle de La Osa, en los que preveía construir una fábrica para producir inicialmente 250.000 toneladas de biodiésel al año y 25.000 de glicerina, y doblar ambas cifras a medio plazo. La dirección de la Autoridad Portuaria de Gijón comunicó ayer este revés al consejo de administración. Los directivos portuarios pasaron de puntillas por este asunto, del que apenas dieron explicaciones.

Atrás quedaban las constantes referencias a este proyecto por parte de los dirigentes del Gobierno autonómico y de la Autoridad Portuaria, que apadrinaron la colocación de la primera piedra de la fábrica, que tuvo lugar el 18 de septiembre de 2007. Un acto que sirvió para que el presidente regional, Vicente Álvarez Areces, destacara la «vocación energética del Principado», como vía para lograr «el pleno empleo» a través de esas «inversiones energéticas».

Aparte de la colocación de la primera piedra, la obra apenas avanzó y a las pocas semanas quedaba paralizada. En enero de 2008, Jiménez Belinchón señalaba a este periódico que el frenazo en la construcción de una factoría que tendría que haber entrado en funcionamiento a principios de 2009 era «provisional» y se debía a dificultades para lograr «la financiación necesaria». El descenso del precio del petróleo y las subvenciones a la producción de biodiésel en EE UU también están detrás del adiós a esta inversión. La Autoridad Portuaria siempre ha puesto sus esperanzas en el aumento de tráficos de graneles líquidos como uno de los motores de crecimiento del gran Musel.

Pasa a la página siguiente

M. C.

El biodiésel se fabrica a partir de aceites crudos vegetales, que se refinan para eliminar sustancias que eliminan el rendimiento, como gomas, ceras e impurezas sólidas.

El siguiente paso consiste en la transesterificación, que es un proceso químico para cambiar la estructura del aceite. Para ello se añaden metanol y un catalizador que acelera la reacción, que suelen ser sales o hidróxidos de sosa o potasa. La reacción química hace que la mezcla se transforme en biodiésel y que también se origine un subproducto, la glicerina. Ambos productos se separan mediante centrifugado.

El paso siguiente es la destilación del metanol del biodiésel, extrayendo el metanol, que puede reutilizarse en otro proceso. Queda biodiésel puro.

La glicerina se purifica añadiendo ácidos y mediante la decantación mecánica. Tras rebajar su acidez, se puede comercializar. Uno de sus usos principales es la industria cosmética.

El biodiésel se considera un combustible ecológico porque no contabiliza en la producción de CO2. Al quemar en un motor emite CO2, pero se supone que las plantas que generan la materia prima absorbieron ese gas en su crecimiento. La Unión Europea está promoviendo el uso de este combustible frente al gasóleo.