María CAVIA

El paseo de Begoña ha regresado a la Edad Media. Allí se acaba de instalar un mercado del Medievo en el que los ciudadanos se encontrarán con todo tipo de productos típicos de aquellos lejanos tiempos y podrán disfrutar del ambiente de siglos atrás que se respira. Salvo por los gijoneses que pasean por allí, la incursión en el mercadillo es un regreso a la Edad Media. Los puestos, los productos e incluso los vendedores nos devuelven a esa época. No falta nada: la taberna, la panadería, los puestos de dulces, el herbolario... Este mercadillo ha llenado de vida el paseo de Begoña.

Javier Moglione es el músico de la corte. Salvo por los discos que vende, nadie diría que se trata de un músico del siglo XXI. «Las piezas que componen los discos son de música sacra y profana de la Edad Media. Los discos los he grabado con mi grupo con instrumentos de esa época», comenta Javier Moglione.

El mercado también ha pensado en los niños de hoy, con puestos de juguetes de madera y juegos de ingenio. Además, los más pequeños, tal como hacían los niños de entonces, podrán subirse a un tiovivo medieval. «Es un tiovivo de madera, a pedales. El tiempo de duración lo marca el reloj de arena», explica Marisa Fernández, que organiza el puesto. En un pequeño tenderete, un hombre se dedica a los corrupies. Con un trozo de arcilla que un hombre aplasta con la mano le descifra su personalidad. «Es usted demasiado perfeccionista. ¿Cuántas vidas va a vivir? No sea tan exigente y disfrute de la vida», le comenta mientras moldea ojos, cejas, nariz y boca al trozo de arcilla. «Los corrupies es un método primitivo que descifraba a través de la marca, línea o señal que se deja impresa en la arcilla, las virtudes, carencias, defectos, actitudes, comportamientos y maneras de ser de las personas», comenta el «lector» de este sistema.

En la panadería, elaboran la masa ante la mirada de algunos curiosos que toman nota de la receta. El gran horno de leña en el que cocinan los enormes panes no pasa desapercibido. Unos puestos más adelante, Susana Galán vende sus jabones. Jabón de nogal, de lavanda, de azufre, de naranja, de arcilla y de ortiga. «Los que más éxito tienen son los de ortiga y nogal. El jabón de ortiga es especial para tratar las manchas solares, la caspa, los hongos, las varices... El jabón de nogal se utiliza para problemas de la piel», explica Susana Galán. Jonathan Bores se ocupa de su taberna. Su producto estrella son los kebabs. «La verdad es que no sé si en aquella época existían. Tengo que investigar», comenta. Cestas de mimbre, zapatos de cuero y alpargatas, chocolates, collares, lociones para masajes, múltiple variedad de tés. Todos los productos que ofrecen en el mercado medieval son naturales y elaborados artesanalmente: un paseo por la Edad Media.