J. JUNQUERA

John Kimmich y Maria Nilsson forman un matrimonio bastante curioso. Estadounidense él, sueca ella, los une su amor por la cultura española. John es doctor en Comunicación en la Universidad de Iowa, en la que María es profesora de Español y Portugués. Además, John es fotógrafo «freelance» y asiduo desde hace veintidós años de los Sanfermines, de los que ha publicado numerosos reportajes en la prensa estadounidense y de los que incluso tiene editado un libro. Ambos pasaron por Gijón como etapa de una investigación que Maria está realizando sobre el trabajo de distintos fotógrafos españoles sobre la Guerra Civil y en el que el gijonés Constantino Suárez tendrá un papel preponderante.

«Siempre me ha interesado la cultura española», indicó Nilsson, que realizó su tesis doctoral sobre el «Fotoperiodismo en la Barcelona de los años setenta». Un trabajo en el que analizó especialmente la trayectoria de Paco Elvira, Pilar Aimerich, Manuel Armengol y Jordi Socias. Finalizada su tesis en 2003, María siguió profundizando sobre el fotoperiodismo en España interesándose por lo que se había hecho durante la Guerra Civil y la etapa previa a la contienda. «Hay bastantes archivos, como el del valenciano Centelles que se guarda en Barcelona y con el que empecé este estudio, pero poco a poco fueron apareciendo más», recuerda. La opinión de John y de Maria es que «la mayor parte de las fotografías de estos archivos recoge escenas de guerra o de actos más o menos oficiales de cualquiera de los dos bandos».

Nilsson no había oído hablar de Constantino Suárez hasta que lo hizo un fotógrafo asturiano con el que entablaron conversación en unos Sanfermines y al que le comentaron en lo que estaban trabajando. Apuntado en su agenda, esta semana se trasladaron a Gijón y quedaron totalmente sorprendidos por la cantidad -y especialmente la calidad- de las fotografías de Constantino. «Al contrario de los otros fotógrafos, Constantino tiene muchas instantáneas de la vida cotidiana y escenas al margen de la guerra. Además es una de las pocas visiones sobre la época que se pueden encontrar que no sea de un fotógrafo catalán». Tan entusiasmada está con este archivo que no descarta hacer un trabajo específico sobre él. «Puede que en Asturias las fotos de Suárez sean muy conocidas, pero en España no lo son, y mucho menos fuera». Maria presentó en su Universidad una solicitud de beca para poder llevar a cabo este estudio y se la concedieron, por lo que ahora está volcada en materializarlo.

John y Maria coinciden en que «fuera de España la visión que se tiene de la Guerra Civil es la que transmitió Robert Capa», por eso están tan interesados en poder presentar otras, en especial las de Constantino, por su especial enfoque de la vida cotidiana. Para Kimmich, «la Guerra Civil española fue la primera en la que la fotografía tuvo una gran importancia. Es cierto que ya en otras, como la I Guerra Mundial, hubo muchos fotógrafos, pero el material de que disponían limitaba mucho su trabajo. En la de España se había avanzado mucho en este aspecto, lo que permitió a los fotógrafos hacer un trabajo mucho más concienzudo y abarcando aspectos que antes no habían sido tratados». A Maria, la visita a Gijón le ha servido para saber con qué material podrá trabajar. Ha tomado notas y se ha llevado mucha documentación. Volverá y lo hará con calma, para desmenuzar el trabajo de Constantino Suárez: uno de los grandes del fotoperiodismo.

Constantino Suárez nace en Gijón el 24 de febrero de 1899, en el seno de una familia proletaria y ya desde pequeño se interesa por la fotografía, un arte en ciernes por aquel entonces. Alrededor de 1920 comienza a trabajar como fotógrafo profesional. Vinculado al Ateneo Obrero, una entidad sin la que no se puede explicar la vida cultural gijonesa de la época, Constantino comienza a plasmar en sus fotografías la vida cotidiana y a recoger los actos de todo tipo que se celebraban en la ciudad. Fotos que empiezan a aparecer en la prensa local e incluso de Madrid. Significado republicano, recoge pormenorizadamente toda la Guerra Civil. A partir de 1937 su vida está marcada por la represión y el olvido hasta su fallecimiento, en 1983. El Ayuntamiento adquirió todo su archivo, de cerca de 9.000 negativos.