Paseando por un parque del centro de Gijón llega uno rápidamente a la conclusión de que los hijos se hicieron para disfrute de los abuelos. Y para remordimiento de los padres cuando no pueden atenderlos, lo cual convoca uno de los frecuentes fantasmas de nuestra época: padres que no tienen tiempo para sus hijos e hijos que no tienen padres para su tiempo. Cada vez es más habitual cruzarse con personas mayores que llevan de la mano a niños al colegio, al supermercado, a los lugares de ocio compartido. La estadística revela que el 70% de las abuelas mayores de 65 años ha cuidado o cuida de sus nietos mientras los padres trabajan. De ese registro, un 44% se ocupa de la atención de los nietos a diario. Los abuelos españoles de la reconciliación se han convertido en los más efectivos agentes de conciliación familiar. Puede que abuelos y nietos se lleven tan bien no sólo por el sano gusto de malcriar sino porque comparten un enemigo común: un señor muy ocupado que es hijo y padre a la vez.