María IGLESIAS

Las placas de la Iglesiona que contienen los 300 nombres con los apresados por la milicia republicana entre el 18 de julio de 1936 y el 21 de octubre de 1937 serán trasladadas de una manera u otra. El gerente de la empresa encargada de la rehabilitación y reforma de la basílica del Sagrado Corazón, Agustín Cidón, lo dejó claro ayer: «La idea es mover las originales de lugar. ¿Adónde? Eso ya no lo sabemos. Y si no son las originales se instalará una réplica», explicó el responsable de Construcciones VIR.

Según la información recibida por los trabajadores, «tenemos que intentar recuperar las placas tal cual para que luego sean movidas, aunque en un primer intento tuvimos algunos problemas». «Al ser una piedra pegada a otra piedra, su traslado se hizo complicado porque se rompían», aclaró Cidón.

Por ahora, los encargados de la rehabilitación no han vuelto a realizar ningún intento más. «Estamos pendientes de recibir órdenes», aseguró el responsable de Construcciones VIR. «El único problema para la recuperación de las losetas es físico; si no somos capaces de quitarlas, entonces se llevará a cabo una reproducción de las originales para situarlas en el interior del templo», dijo Cidón. El rector de la basílica del Sagrado Corazón, Julián Herrojo, ha evitado realizar declaraciones sobre este supuesto, conocedor de la polémica que puede suscitar.

El presidente de la asociación Memoria Histórica Asturiana, Víctor Luis Álvarez Rodríguez, aseguró que el traslado de las placas es «más un tema político que otra cosa». Según Álvarez, «si los familiares de los apresados tienen tanto interés en dignificar a las víctimas, no entiendo por qué está abandonado el cementerio de Jove».

En este sentido, el presidente del colectivo dijo que «las placas deben estar fuera de la vía pública; ellos alegan que es un edificio privado, pero yo en la fachada de mi piso no puedo poner, por ejemplo, una imagen pornográfica». Ante el polémico traslado de las lápidas, Álvarez alega que «dentro de su casa que hagan lo que quieran». «La gente que vaya a misa y sea religiosa las verá, y me parece muy bien, pero la vía pública es de todos», concluyó.

El templo que fuera de la Compañía de Jesús fue utilizado como prisión del Frente Popular hasta la toma de Gijón. Con motivo de las actuales obras de recimentación se especuló con el posible traslado de las placas, que ya fue aprobado por el anterior arzobispo, Carlos Osoro, aunque ayer el obispo auxiliar, Raúl Berzosa, aseguró que el espinoso asunto «no se ha tratado oficialmente».