R. GARCÍA

No tienen wifi pero es que, como ellos mismos aseguran, ni siquiera sueñan con él. Sólo pretenden tener una «mínima» conexión a la red que les permita sentirse incluidos en la red de redes. Las de los vecinos de la zona rural gijonesa es una vieja reivindicación que cada día les genera más descontento. Son muchos los que quieren conectarse a internet, y hacerlo con las mismas oportunidades y condiciones que se da a los «parroquianos» de la zona urbana. «Pagamos el doble por internet que los que viven en la ciudad y encima nos dan la mitad de ancho de banda para navegar», señala Albino González, presidente de la Asociación de Vecinos de Cenero. María Jesús Bárcena, representante de Caldones, va más allá, asegurando que algunos de estos vecinos que se quejan ni siquiera cuentan con una conexión.

Los «objetores virtuales», como se definen «para reírnos y no llorar», se ven obligados a «navegar por la red» a cambio de pagar un precio muy elevado. Si una conexión de 6 megas en ciudad se ofrece por 19 euros y se acompaña de otros servicios como televisión y el teléfono fijo, en la zona rural el panorama cambia por completo. «Si puedes disfrutar de internet, cosa que en algunos domicilios es imposible, tienes la única opción de pagar más del doble, 41 euros, por una muy mala conexión en la que no puedes pensar nada más que en visualizar páginas; bajarse algo es imposible», sostiene Albino González. El problema, según los afectados, es que las compañías telefónicas no quieren invertir en estas zonas porque no son rentables. Hay muy pocos vecinos y realizar obras para conexiones resultaría caro. La solución aseguran que es muy fácil: «que el Ayuntamiento o cualquier otro organismo público les obligue».

La polémica que estos días ha cabreado a los vecinos la pusieron sobre la mesa los propios responsables municipales al implantar 17 puntos de conexión wifi en el casco urbano. El proyecto costó 600.000 euros. «¿Porqué se gasta tanto dinero en esas conexiones sin cables y, sin embargo, luego no hay presupuesto para que todos seamos iguales?», interroga María Jesús Bárcena, quien ejemplifica su problema: «Una página normal te tarda en abrir 7 o 10 minutos. Siempre podemos coger un ordenador portátil, montarlo en el coche y bajarnos al centro a conectarnos a uno de esos puntos con conexión wifi que están poniendo por todos lados».

Pero, ¿cuántos son los ciudadanos de la zona rural? Las parroquias más importantes congregan núcleos de población nada desdeñables. A 1 de enero de este año la parroquia de Caldones, por ejemplo, acogía a 438 habitantes. Los otros parroquianos que alzan la voz, los de Cenero, cuentan con una población que asciende a los 1.458 vecinos. Todos ellos viven «desconectados» por obligación y «falta de inversiones».

Ante la inversión de 600.000 euros en la colocación de varios puntos wifi en la ciudad, los vecinos de la zona rural se quejan de que ellos ni siquiera cuentan con conexión a internet.

Afectados

Los vecinos de la parroquia de Caldones (438) y de la de Cenero (1.458) han alzado la voz en representación de toda la zona rural, y se consideran «objetores virtuales por obligación».