Leticia PRADO

Cumplidos 26 años, Aida Jiménez García aún tiene cara de niña. Su aspecto físico, sin embargo, no ha sido impedimento para que esta joven gijonesa se ponga a los mandos de algunos de los aviones comerciales de la compañía Ryanair. En España no había encontrado la oportunidad de conseguir el que había sido su sueño desde niña, ponerse a los mandos de un avión comercial, y no dudó en salir por el mundo para lograr su objetivo. Desde hace aproximadamente un año Jiménez engrosa la lista de mujeres que atraviesan la barrera de la cabina de mando, un espacio que hasta hace unas décadas estaba monopolizado por los hombres.

Aida Jiménez lo tuvo claro con muy pocos años. Le encantaban los aviones e iba a hacer todo lo posible por trabajar cerca del cielo. Nada más terminar sus estudios de Secundaria se desplazó a Valencia, donde realizó el curso de aviación. «No es difícil estudiar para ser piloto, aunque sí exige mucho esfuerzo y estudio sobre todo al principio. Pero si te gusta te sacrificas, es como todo», explica la gijonesa. Pero en España no había demasiadas posibilidades de trabajo cuando terminó su formación. Sí encontró un puesto laboral como azafata en Londres, y decidida se trasladó a la capital británica. «Pensé que si era azafata las posibilidades de encontrar un puesto de piloto y de acceder a él serían mayores», expone. A la vista de lo acontecido, su intuición no fue mala y su decisión, adecuada.

Después de dos años con azafata en la compañía irlandesa Ryanair, se le presentó la oportunidad que tanto había esperado. «En julio de 2008 terminé mi labor de azafata y pasé a la cabina de mando. Las horas, los hábitos, las rutas, la compañía? casi todo es lo mismo, salvo que ahora voy dentro de la cabina y me hago cargo del avión, mientras que los que antes eran mis compañeros atienden a los pasajeros», declara.

La joven ha tenido que mudarse a Dublín aunque ya desea que le cambien de destino porque asegura que le encanta viajar y quiere «conocer nuevos países». Para ella, ese es uno de los rasgos que deben definir a los pilotos: «Necesitas vocación, entusiasmo y predisposición al cambio constante de aires, compañeros y costumbres. Si no te gusta la vida de piloto, no te empeñes en sacarte el título porque la realidad es un ir y venir constante, difícil de tolerar».

La jornada laboral de Aida Jiménez es «perfecta para las personas a las que no les gusta la rutina», remarca. Trabaja cinco días, con una media de dos o cuatro vuelos al día, y descansa cuatro, que ella aprovecha para viajar y conocer otros países. «Es un horario estable porque rotas cada semana en turnos de mañana o de tarde. Pero los descansos no siempre coinciden con el fin de semana, de tal manera que rompe con el esquema laboral tradicional», explica la joven gijonesa.

Lleva un año poniéndose a los mandos de grandes aviones y Aida Jiménez aún no se cree el momento que está viviendo. Asegura, además, que nadie le toma el pelo por ser del aún pequeño grupo de mujeres piloto de España. «Hay algunos pasajeros que te miran como si fueses un bicho raro, pero es que en mi caso además de ser mujer soy muy joven. Aún así no he tenido mayor problema. Estoy contentísima, como en una nube. Aún no me lo puedo creer», manifiesta con emoción. Su sueño está cumplido.