Profesor de la Universidad de Hiroshima, participa en una jornada sobre ergonomía y diseño emocional promovida por la Fundación Prodintec

C. JIMÉNEZ

El padre de la ingeniería «kansei» -el diseño basado en las emociones-, Mitsuo Nagamachi, psicólogo e ingeniero industrial, profesor emérito de la Universidad de Hiroshima, participa hoy en la Laboral en una jornada sobre diseño emocional y ergonomía organizada por la Fundación Prodintec. Nagamachi revolucionó la industria de los frigoríficos cambiando el congelador de la parte superior a la inferior. Ejemplo de sus prácticas revolucionarias en el diseño es el Mazda MX-5, otro de los grandes éxitos de Nagamachi, todavía vigente 22 años después de ver la luz.

-¿Qué es la ingeniería «kansei»?

-Es una metodología desarrollada en Japón que está relacionada con los sentimientos y las emociones de las personas en diferentes ámbitos de la vida, en este caso, en el diseño de productos. Cuando vamos a un gran centro comercial los consumidores tenemos siempre claro qué priorizar: el precio y la funcionalidad, principalmente, y en ese contexto a lo que ayuda esta metodología es a atraer más al cliente desde el punto de vista del embalaje, el sabor, el olor... Al final, lo que pretendemos con la ingeniería «kansei» es leer la mente del cliente y saber lo que va a consumir.

-¿Cómo se puede lograr que el diseño de un producto agrade al consumidor?

-Estudiando cómo funciona el cerebro humano. Esta metodología se basa en parámetros médicos y psicológicos que luego se aplican al diseño del producto. Por ejemplo si algo nos gusta decimos: «¡qué rico, qué bueno está esto!». Eso ya es un parámetro para «kansei», porque el cliente expresa un agrado hacia el producto.

-¿Se pueden medir los sentimientos?

-En la práctica lo que se hace es juntar a personas y observar cómo se compartan delante de ese producto, preguntarles a través de un test o viendo la respuesta de su cerebro a un producto, por ejemplo, estudiando la cantidad de oxígeno que le llega a cada parte del cerebro que controla nuestras emociones o con un software capaz de monitorizar las expresiones que tenemos en la cara y pasarlas a sentimientos.

-¿Cuáles son los parámetros que les dicen que, efectivamente, un determinado producto va a triunfar en el mercado?

-Al final todo dependerá de lo que vayamos a estudiar, pero un ejemplo claro de lo que pretende la ingeniería «kansei» es lo que se hicimos con los frigoríficos. El 90 por ciento de las casas japonesas tenía el congelador arriba y abajo se encontraban los vegetales y verduras. Ahí nos dimos cuenta de que las personas tenían que doblarse mucho en el día a día para realizar una acción tan simple. Medimos la energía que se consumía y se diseñó un nuevo frigorífico, ahora implantado de forma masiva, con el congelador en la parte de abajo. Eso salió de datos. Con el nuevo diseño las personas gastan mucha menos energía.

-¿Se puede aplicar esta misma metodología a todos los productos de consumo?

-Sí. Siempre que exista una interacción del ser humano con el producto es aplicable la ingeniería «kansei». Esta metodología está relacionada con la invención, la innovación y el diseño. Lo bueno es que depende de datos reales, no hablamos de simulación, sino de comportamientos humanos.

-Explíquese.

-Por ejemplo, el diseñador de corsetería Wacoal acudió a nosotros porque no sabía si hacer un diseño más visual o funcional de un nuevo sujetador y decidimos preguntar a las personas. Se seleccionaron 20 diseños y se dejó a un grupo de señoras pasear y salir con ellos a la calle para analizar cómo se sentían. Después se usó un método estadístico computacional muy avanzado para relacionar el material en que estaba hecho el sujetador con los sentimientos de las mujeres y gracias a todo ese complejo matemático al final se diseñó el sujetador que tenía mayor aceptación. La empresa tuvo unas grandes ventas porque sabía de antemano que la gente lo iba a comprar.

-¿El diseño también influye en la cuenta de resultados de la empresa?

-He participado en el diseño de más de 40 productos basándome en la ingeniería «kansei» y todas las empresas han obtenido beneficio.

-¿Qué estándares debe cumplir un diseño agradable para el usuario?

-Cada producto es diferente, al final es el cliente el que marca un poco las preferencias, pero en tres o cuatro años cualquier innovación se queda en algo normal, pierde su componente novedoso, con lo cual siempre tienes que sacar nuevos productos, con nuevas especificaciones que van adaptándose a los nuevos tiempos. La ingeniería «kansei» también ayuda a que esos productos vayan cambiando con el entorno.

-Entonces los diseños también caducan.

-Se adaptan. En el caso del Mazda MX-5, del que realizamos todos los componentes, tanto internos como externos, basándonos en la ingeniería «kansei», el diseño todavía se mantiene vigente 22 años después. Es de 1987 y sigue siendo válido. Lo que se ha hecho es rediseñar los componentes a medida que avanza el tiempo, adaptándolo a las diferentes evoluciones de la sociedad.

-¿Las empresas españolas han asumido esta metodología?

-No conozco en profundidad el mercado español, pero sí que hay iniciativas e interés por aplicar el diseño con ingeniería «kansei». El problema es que España se encuentra atrasada unos años con respecto al mercado japonés. Sí que hay productos pero son los menos, sobre todo, comparado con lo que es el mercado asiático.

-¿Qué tipo de formación reciben los expertos en diseño emocional?

-Cualquier persona puede hacer esto. Yo soy psicólogo e ingeniero industrial pero sería necesaria una combinación de ambos porque si es sólo psicólogo se está perdiendo una gran cantidad de información sobre cómo tratar esos datos matemáticos. Lo ideal para trabajar sería tener una mezcla de psicología, ingeniería y medicina.

«Podemos probar la aceptación de un nuevo producto estudiando la cantidad de oxígeno que llega a la zona del cerebro que controla nuestras emociones»