Parecería que, en relación con el tortuoso parto de El Musel del futuro, por el mar corre la liebre y por el monte la sardina. A ver quién desentraña de manera convincente este sudoku portuario, esa suerte de política esquizofrenia que trasunta a los troyanos en tirios y a los tirios en persas. ¿Cómo se explica que el principal defensor de que los trabajos lleguen a buen puerto sea un comisario europeo, Antonio Tajani, miembro del Grupo Popular, adscrito, por tanto, a las mismas siglas que en Asturias anuncian el advenimiento apocalíptico de una mareona de chapapote? ¿En qué cabeza cabe que la denuncia por los sobrecostes de las obras de ampliación del puerto llegue a Bruselas con firma y sello de Los Verdes, socios de gobierno del PSOE en Asturias y en Gijón? Flaco favor le hacen a Tajani sus conmilitones asturianos y a Areces sus aliados de gabinete. Y mientras, la ciudadanía asiste estupefacta a esta ceremonia de la confusión, a este abracadabrante vamos a contar mentiras, tralará.