Acaecen hechos increíbles. Nunca se había visto actuar en Gijón, durante los últimos tiempos, a un diputado socialista de la Junta General del Principado de Asturias, pero hace unas 48 horas se rompió el maleficio y el repúblico Fernando Lastra, del PSOE, acudió a la Villa de Jovellanos para propinar una rueda de prensa acerca del oscuro asunto de que el puerto de El Musel pudiera convertirse en un refugio para buques malogrados.

En tal comparecencia, Lastra realizó un ejercicio de retórica a la altura de la dispensada en horas anteriores por el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, quien se rasgaba las vestiduras con sólo pensar en que las pobrecitas dársenas gijonesas fueran a convertirse en un depósito de barcos achatarrados o de sustancias escapadas de bodegas partidas. Pues bien, Fernando Lastra le replicó a De Lorenzo que menos demagogia y más a atención a las leyes y normas sobre la provisión de puertos de refugio en España y Europa.

Así pues, nos pusimos con gran intensidad a consultar los códices legales y en éstas estábamos cuando el que bajó a la arena con gran rotundidad fue el ministro de Fomento, José Blanco, para desmentirse a sí mismo de que hubiera dicho el otro día en el Congreso que anda tratando con la Comisión Europea y con el comisario Tajani que Gijón pueda ser un día puerto de refugio. Es decir, ha dicho Blanco que no hay nada «firme» al respecto, como si creyéramos que sus palabras representan ya algún tipo de firmeza.

Recordarán ustedes aquella frase de «El Padrino» en la que Vito Corleone venía a decir: «cada una de mis palabras es como un juramento», o algo similar. Pues bien, hemos llegado a la conclusión de que cada palabra del ministro José Blanco es todo lo contrario.

Esta vez ya hemos escarmentado definitivamente, porque antes ya le habíamos escuchado afirmaciones que se disolvían como un azucarillo. Veamos algunos ejemplo. «Los trenes viajarán a 300 kilómetros por hora en la variante de Pajares». Falso. Ni los túneles ni el tercer carril que se va a instalar en el paso montañero entre Asturias y León permite tales velocidades. «El viaje entre Madrid y Oviedo con el AVE será de dos horas y 35 minutos». Pues tampoco, ya que portavoces del Ministerio de Fomento aseguraron después que los trenes veloces tendrían que tardar mucho menos.

Ahora tenemos lo del puerto gijonés, y de todo ello hemos de deducir, o bien cierta incompetencia o incomprensión técnica, o bien una forma de hablar poco rigurosa y ligera, propia de tantos políticos, por otra parte.

Ahora bien, algo muy grave ha tenido que suceder para que el Ministro salga a desdecirse tan abruptamente y a crear mayor confusión. Y eso que sucede es que los nervios en el seno del socialismo gijonés y asturiano conducían ya a un especie de ataque. Hablar de un puerto de refugio y asociarlo a la palabra maldita -«Prestige»- fue la ocurrencia de Blanco, no más. Porque, por otro lado, creemos que, en efecto, Tajani busca la manera de que la Comisión Europea no le retire los fondos a El Musel. Esta es la madre del cordero y el origen de todo estos tumbos a los que se ve sometido el puerto gijonés.

Porque si algo nos librará de ser un puerto refugio es que la legislación existente, más la no existente, dejan esta materia en un limbo que permite a todo país sacudirse el muerto del refugio. En este marco, Gijón podría convertirse en víctima propiciatoria gracias al pufo de su puerto. Mayores y más negras cosas veremos, a este paso.