Chus NEIRA

Siete decanos y directores de centros, cinco profesores, dos representantes del personal administrativo y cinco estudiantes. Hasta 19 intervenciones contrarias al proceso de fusión de centros universitarios tuvo que escuchar ayer el rector Vicente Gotor en el claustro extraordinario en el que realizaba su informe anual y en el que el vicerrector de Centros y Profesorado, Julio González, exponía el proceso de reorganización de los campus. De poco sirvió su detallado análisis. Lo que pesó en los turnos de palabra fue un rotundo desacuerdo con los plazos y los modos.

Julio González había razonado que la legislación regional, que exige la fusión para dar luz verde a los nuevos grados, requería fusiones inmediatas en los casos de las escuelas universitarias, que desaparecen con Bolonia. Para la mayoría de los que pusieron los peros al proceso, ésa es sólo una interpretación del texto de la ley, que, insisten, permite una adaptación progresiva.

Por parroquias, el director de la Escuela de Relaciones Laborales, Luis Fernández, volvió a rechazar que su escuela se integre en la Facultad de Económicas, e insistió en la necesidad de que su grado se incorpore a la rama jurídica. En caso contrario, alertó, este caso sería «único en España y podría perjudicar a la titulación». Los decanos del campus del Milán (Historia, Filología y Filosofía), cuyos centros no están afectados directamente por la ley, pero a los que el equipo rectoral sitúa en el próximo horizonte de fusiones con un plazo incierto que se empezará a despejar a partir de enero, exigieron no ser «conejillos de indias», pidieron más tiempo y más diálogo. El más duro fue el decano de Geografía e Historia, Octavio Monserrat, quien recomendó al rector más discusión para caminar «por el siglo XXI en vez de volver al despotismo ilustrado del XVIII».

Desde Gijón, tanto la subdirectora de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería, Sandra Velarde, como el director de la Escuela de Ingeniería Informática de Gijón denunciaron falta de debate e información, y mostraron su preocupación por la forma en que se ha diseñado la fusión de las ingenierías.

Por último, el decano de Ciencias de la Educación, José Miguel Arias, exigió más análisis, más tiempo, y rechazó el nombre de Facultad de Formación del Profesorado y Educación en vez de la Facultad de Educación.

Los representantes estudiantiles, como los cargos directivos, tampoco rechazaron el qué, pero sí el cómo, y reclamaron plazos más largos y mayor participación. Por último, el personal administrativo mostró su inquietud por las incógnitas que sobre supresión o reasignación de puestos laborales no se han resuelto todavía.

Al margen del debate sobre la reorganización de las escuelas universitarias, el otro protagonista de la sesión claustral de ayer fue el informe anual del rector. Vicente Gotor hizo un análisis del estado de la institución en el que destacaron los aspectos docentes (plantilla y matrícula). Confirmó que, finalmente, este año se ha roto la tendencia de caída iniciada hace diez, desde el curso 2000-2001, y que por primera vez han crecido las matrículas, tanto las totales como las de nuevo ingreso. En estas últimas se han registrado 200 matrículas nuevas, y en el cómputo global los alumnos de la Universidad de Oviedo han pasado de ser 24.312 a 24.460.

Esta nueva tendencia va de la mano, explicó, de la puesta en marcha de los planes de jubilación voluntaria, al que este año se han acogido 44 profesores. Sumados a las nueve bajas forzosas, la plantilla de la Universidad de Oviedo queda en la actualidad en 2.003 profesores.

Gotor admitió los problemas económicos, pero quiso lanzar un mensaje tranquilizador para todos los acreditados. Insistió en que Bolonia no tiene un coste cero y prometió que «todas las personas acreditadas tendrán su oportunidad». El rector no quiso dar cifras, pero aseguró que entre 2010 y 2012 convocará el mayor número de plazas posibles.