J. M. CEINOS

El periodista gijonés Bastián Faro falleció ayer a mediodía, en el Hospital Central de Asturias, a los 80 años de edad, como consecuencia de una neumonía que se le complicó con un infarto. La capilla ardiente quedó instalada en la sala número 2 del Tanatorio de Cabueñes, donde sus restos mortales serán incinerados a las dos y media de la tarde de hoy. El funeral se oficiará a las seis de tarde de hoy en la iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol. Bastián Faro estaba casado con María del Carmen García Mella y tenía siete hijos: Mónica, María Victoria, Evaristo, Daniel Ricardo, Nuria, Carmen e Iván Pedro.

«Fue uno de los mejores periodistas de los últimos cincuenta años en Gijón», señaló ayer de Bastián Faro el decano de los periodistas asturianos, el gijonés Juan Ramón Pérez las Clotas, quien también destacó que «era un hombre de una enorme cultura, pero no solamente literaria, también filosófica; tenía una excelente biblioteca de pensamiento».

Bastián Faro (para el periodismo gijonés, ya que se llamaba Evaristo García Valle) comenzó pronto a escribir en los periódicos. Su primer artículo salió de la rotativa el 30 de marzo de 1949. Comenzó su carrerra profesional en el diario «El Comercio» cuando lo dirigía Alfredo García, «Adeflor», y luego, el 1 de enero de 1956, se integró en la redacción del diario «Voluntad», en el que llegó a ser redactor-jefe.

Tras la desaparición del periódico, en 1975, para integrarse en LA NUEVA ESPAÑA, Bastián Faro siguió como redactor jefe en la vieja redacción de la calle del Marqués de San Esteban, convertida en delegación en Gijón de LA NUEVA ESPAÑA. Y en 1984, cuando el periódico fue privatizado junto con el resto de las cabeceras de la antigua Prensa del Movimiento, Faro pasó a la Junta del Puerto como jefe de prensa, donde se jubiló.

Además de en los dos diarios gijoneses de su época, Faro, que era diplomado en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, colaboró en la «Hoja del Lunes» de Gijón, en Radio Gijón, en Radio Oviedo, en los diarios «Informaciones» y «Diario 3E» y en las revistas «Gaceta Ilustrada» y «Mundo Hispánico». Su última etapa profesional, como articulista, la vivió en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, donde durante varios años, a partir de 1998, escribió una columna diaria bajo el epígrafe de «El desván de Poniente».

«Era el periodista más conocedor de la historia gijonesa desde la posguerra, y conocedor con causa», indicó Juan Ramón Pérez las Clotas. «Pudo haber sido un excelente director de cualquier periódico, es más, se le ofreció en algún momento la dirección de algún periódico de Prensa del Movimiento, pero no quiso», recuerda Pérez las Clotas.

La vida profesional de Bastián Faro en el periodismo estuvo marcada por su especialidad en información municipal y urbanística. En definitiva, en palabras de Pérez las Clotas, «era un periodista de calidad, pero al mismo tiempo un periodista popular, ya que recogía el ambiente de la ciudad».

Por su parte, José Manuel Ponte, columnista de LA NUEVA ESPAÑA y en otros diarios del Grupo Prensa Ibérica, quien trabajó en «Voluntad» con Bastián Faro «el año que precedió a la muerte de Franco», recuerda del periodista gijonés «a una persona muy apasionada por Gijón y por sus cosas, sobre todo en la crítica municipal, que era a la que dedicaba sus mayores afanes».

Entonces, en la dirección de «Voluntad» figuraba Alfonso Calviño, que luego fue director de LA NUEVA ESPAÑA, y junto a Bastián Faro y José Manuel Ponte hacían el diario periodistas como Enrique Prendes, Liomi, José de Arango, Miche y Guerrero, que era el fotógrafo. «Y como todo buen gijonés», recuerda Ponte de Faro, «hacia Oviedo tenía sus precauciones». De hecho, rememora José Manuel Ponte, «como yo vivía en Oviedo, Bastián Faro me decía que era una ciudad levítica».

También recordó Ponte el «gran disgusto de Faro y Enrique Prendes cuando, con la nueva rotativa para "Voluntad" ya en Gijón, se decidió cerrar el periódico y enviarla para Sevilla». Con Bastián Faro, el periodista culto, se cierra prácticamente una generación de informadores gijoneses que dejaron su huella en tinta impresa antes de la llegada del offset a las rotativas.