J. M. CEINOS

El 15 de agosto fue tradicionalmente una fecha escogida por los periódicos locales para sacar a la calle números con más páginas, al calor del meridiano festivo de la Semana Grande gijonesa y de un mayor dispendio publicitario. Un extraordinario de 52 páginas salió de la rotativa del diario «Voluntad» el sábado, 15 de agosto de 1959, con una primera página a todo color que ocupaba una fotografía aérea de Gijón, con el parque de Isabel la Católica en primer término y la playa de San Lorenzo al fondo.

En el «extra» de «Voluntad» de hace medio siglo se dedicaban tres páginas a una «entrevista río» con Enrique Álvarez-Sala Morís, entonces arquitecto jefe del Ayuntamiento y responsable del urbanismo municipal. El entrevistador era el periodista Bastián Faro (fallecido el pasado martes, 15 de diciembre, a los 80 años de edad), especialista del diario de la calle del Marqués de San Esteban en asuntos municipales y urbanísticos.

La entrevista llevaba por título principal «Hay Gijón para doscientos años», y de sumarios: «Después de la expansión hacia Pumarín», «Es preciso defender la población con zonas verdes» e «Importantes manifestaciones del arquitecto-jefe municipal».

Hace medio siglo, Gijón todavía tenía en vigor el Plan de Ordenación ejecutado por el arquitecto Germán Valentín Gamazo en los años cuarenta, con modificaciones posteriores de los arquitectos Larrodera, Muñiz y Roibás, y la principal expansión urbanística, como se decía en el primer sumario, era entonces el desarrollo del polígono de las llamadas 1.500 viviendas de Pumarín.

Y comenzaba Enrique Álvarez-Sala la entrevista señalando el «problema urbanístico fundamental que tiene Gijón»: «Aparte del abastecimiento de aguas, es el de la actualización del Plano (así se denominaba entonces) de Ordenación de la ciudad». Y su actualización, en palabras del arquitecto jefe, debía conseguir «un equilibrio permanente» entre «la característica mixta que tiene Gijón: por un lado es población de la "Costa Verde" y turística; por otro, debe su pasado, su presente y deberá su porvenir a su potencialidad industrial y marítima».

Proponía por ello el arquitecto municipal, a tenor de que «hay que pensar, naturalmente, en la expansión industrial hacia la parte de Pumarín», que había que «defender la población con manchas verdes en forma de cordón, que circunden, con parques la futura zona de expansión de la ciudad, y formando un frente sobre el curso del río Piles, en parte ya desarrollado hasta La Guía, y cuya continuación puede ser una gran zona deportiva, por un lado, y la instalación de la futura exposición industrial que complementa esa zona verde», es decir, el actual Recinto Ferial de Asturias «Luis Adaro».

En cuanto a las vías de comunicación, una preocupación del arquitecto municipal era conseguir, con vistas al turismo, «que el acceso de Oviedo (sic) a la playa sea directo, sin necesidad de pasar por ese dédalo de calles del Gijón antiguo».

Otros proyectos dibujados por Álvarez-Sala en la entrevista de Bastián Faro se referían a la «futura estación única», por la que hace medio siglo se estimaba que «saldrían diariamente, en determinados días de veranos futuros, 30.000 viajeros».

También hablaba de convertir el cerro de Santa Catalina, «que algún día debería ser tratado en jardinería», en «una zona de maravillosas perspectivas como mirador, dominando al oeste toda la zona industrial y marítima y al este, la turística de la playa y las zonas verde hasta la Universidad Laboral».

Para el barrio alto también proponía el arquitecto municipal «una carretera de circunvalación que arrancaría del Campo Valdés hasta enlazar con Liquerica», ya que «interesa que sea suprimida, en lo posible, la circulación rodada en el interior del barrio de Cimadevilla (...) estudiando pavimentación de tipo antiguo, rehaciendo y componiendo las fachadas de notable interés (...) buscando también una iluminación adecuada al ambiente que tiene el barrio alto».

Medio siglo atrás se preveía, asimismo, por «su gran interés turístico», la construcción «de una carretera como mirador en cornisa, siguiendo toda la costa hasta el Alto de La Providencia, con vuelta sobre la carretera actual para enlazar con la avenida de García Bernardo (...) constituiría un verdadero paseo marítimo de unas perspectivas inigualables, que además encerraría una zona para construcción aislada de casas de campo, que puede ser la segunda fase de la ya aprobada de ordenación de la Ería del Piles».

Por último, otro asunto en la cartera de Enrique Álvarez-Sala era una propuesta para trasladar la Casa Consistorial «a un nuevo edificio en una zona que podría ser la del emplazamiento del actual Instituto de Jovellanos». De esta forma, la Casa Consistorial de la plaza Mayor podría «dedicarse a Museo Municipal, del que hoy en día se carece; un museo que encerraría los tesoros de arte pictórico que tenemos en el Ayuntamiento».

Algunos proyectos de los descritos se llevaron a cabo, otros están en curso o pendientes de lejana ejecución. Pero lo que hace medio siglo ocurrió fue, como escribe el geógrafo Francisco Javier Granda Álvarez en «La obra pública municipal en Gijón (1782-2006)», que «la realidad económica y política de la ciudad pronto dio al traste con el primer planeamiento».

Entre las causas: «La reforma de las ordenanzas de construcción, en el sentido de permitir un mayor volumen edificatorio en los sectores centrales de la ciudad, allí donde las parcelas se habían revalorizado considerablemente» y «la permisividad municipal en la alteración sistemática de la normativa recogida en el plan», que, termina Granda, «terminó por anular sus contenidos, entregando las llaves del desarrollo urbano de Gijón a los intereses espurios del sector inmobiliario privado».