M. CASTRO

La cafetería Avenida, en el número 3 de la calle Álvarez Garaya, fue un punto de encuentro habitual de dirigentes políticos de la izquierda y sindicalistas durante los años 80, además de lugar de refugio de los trabajadores que huían de la Policía en las protestas laborales de la época más dura de la reconversión industrial de Gijón. Dos hermanos regentaban entonces el local. El último que permanecía al frente del mismo, Aquilino Santos Barrio Fernández, ha puesto fin a su vida laboral y ha traspasado el negocio.

Atrás quedan 40 años al frente de un local lleno de historia. Durante dos décadas, Aquilino estuvo acompañado por uno de sus hermanos, Rodrigo León, aunque todos en aquella época intensa le conocían por «Hugo». Casi podía parecer que el mote obedecía a la complicidad de aquellos clientes, recién salidos de la época de la clandestinidad, tan propicia para los motes.

Aquella cafetería se convirtió durante una época en lugar de reunión de «los comunistas ortodoxos», entre los que estaban en entonces secretario general del PCE, Gerardo Iglesias, el histórico dirigente Santiago Carrillo, el entonces marxista y hoy presidente regional Vicente Álvarez Areces «que venía todos los días», Aurelio Martín o Nicasio Montes Estrada, hermano del actual líder de IU de Gijón, recuerda Aquilino Barrio. «También había gente del PSOE, como Fernando Morán y de las juventudes comunistas. Surgió un movimiento muy especial», agrega el hostelero.

La cafetería estaba en primera línea de la batalla obrera. Y no sólo en sentido figurado. «A partir del 81 empezaron a surgir los problemas en los astilleros y en la minería. Estábamos siempre en el lugar neurálgico de las protestas. La Policía cortaba las manifestaciones al principio de la calle Alvarez Garaya. Allí esperaban para hacer las cargas. Rompían las manifestaciones en ese punto y los trabajadores se metían en la cafetería», señala el hostelero. Antiguos clientes recuerdan que en esos días, los hosteleros diseminaban por la barra copas de vino que dejaban a medio llenar. Así, cuando alguien se refugiaba apurado en el local, agarraba algún vaso, para camuflarse entre la clientela. Más de uno se libró con esa treta de pasar una noche en los calabozos. A veces la intervención de los hosteleros era incluso más activa: «Hubo ocasiones en las que tuvimos que decirles a los policías que no estaban autorizados a entrar a dar palos», recuerda Aquilino.

Pese a todo, también llegó a haber detenciones en el café Avenida, entre ellas las de dirigentes de CC OO y otro activista, que era profesor del Corazón de María. Aquilino Barrio relata que la Policía solía llevar a dirigentes sindicales a Comisaría un día antes de las protestas y los soltaba cuando finalizaba la manifestación. Y sabían dónde encontrarlos. Con los años, la clientela cambió. Los partidos comenzaron a abrir sus propios locales y el café Avenida dejó de ser el punto de encuentro.

Pero la cafetería ya tenía a sus espaldas una larga historia cuando se convirtió en lugar de reunión de un sector de la izquierda política gijonesa. El local fue fundado en 1945 por el padre de ambos hosteleros, Rodrigo Santos Barrio Canseco. Por entonces, dice el hijo del fundador, en aquella zona hoy punto neurálgico de Gijón «no había ni coches», ni había comenzado la construcción de la nueva Iglesia de San José; sí se podía ver una película en lo que era el cine Avenida o comer en alguno de sus restaurantes: el Avenida o El Trole. «También había dos zapateros, Chelu y Lelu, que eran rojillos a tope, y estaba el quiosco La Moderna», apunta Aquilino.

En 1967 derribaron el edificio y el Avenida volvió a abrir, en 1969, ya como cafetería y regentado por los dos hermanos. Aquilino compaginó en aquella época su tarea al frente del bar con los entrenamientos y los partidos en el Sporting Atlético. En el fútbol, donde se le conocía como «Quilo», jugó como medio, también en algunos partidos amistoso con el primer equipo rojiblanco. Su hermano, Rodrigo León, tras licenciarse en Derecho «que empezó estudiando en el bar y acabó estudiando en el bar», abandonó el local, aunque a los pocos años retornó a la profesión, primero regentando la cafetería del Centro Municipal del Coto y posteriormente el café del Instituto, al frente del cual permanece.

Desde ahora el Café Avenida ya no será más de la familia Barrio. Una familia que, eso sí, siempre recordará a sus muchos y fieles clientes, y sus historias.