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«Don, don, don...». García ponía cara de no dar a basto con las uvas al ritmo que marcaba el reloj. A su lado, a sus amigas les entró la risa y se atragantaron. «¡Biennnnn!», soltaron todas nada más sonar la décimo segunda campanada en medio de un tremendo jolgorio colectivo. «¡Va más rápido aquí que en la puerta del Sol!», dijo uno de ellas, como si en Madrid todavía no hubieran entrado en el nuevo año. «Por nosotras», gritaron antes de brindar.

En ese momento, la alcaldesa de la ciudad, Paz Fernández Felgueroso, tomó la palabra en el balcón del Ayuntamiento, desde donde recibió 2010 acompañada por el concejal de Festejos, José Manuel Sariego, y la gerente del teatro Jovellanos, Carmen Veiga. «Salud para todos los gijoneses y feliz año», dijo en una breve alocución antes de que sobre la fachada del edificio se reflejaran la bandera de la Unión Europea y el lema «2010. Presidencia española de la UE». «Es que ahora ZP va a mandar también en Europa», le explicaba Antonio Martín a su esposa.

En un corrillo, varios chicos marroquíes se reían sin parar. «En nuestro país esto no se hace, pero todos los años quedamos para venir aquí y empezar la fiesta», aseguraba Anuar en un esmerado castellano. Una costumbre que, por lo visto esta Nochevieja, debe haberse extendido a casi todas las comunidades de ciudadanos extranjeros que viven en la ciudad. «Esto parece la ONU», bromeaba Dulce Silvestre, nacida en Ecuador. Unos metros más allá, un grupo de filipinos no paraba de hacer fotos. A su izquierda, cuatro rumanos apoyados en una de las columnas de los soportales gastaban bromas a dos chicas rusas que parecían pasárselo en grande.

«Lo mejor de venir en Nochevieja a la plaza Mayor es que sales de casa y no te cuesta nada», aseguraba Agustín Díaz, vecino de Granda, mientras sonaba el «Gijón, del alma» un minuto más tarde de la medianoche. Él, su mujer Margarita Argallano y su hija Olaya son unos asiduos a esta verbena cada vez más arraigada en la ciudad. «El ambiente es fabuloso, por eso venimos todos los años», aseguraba Argallano antes de ponerse a cantar el «Asturias, patria querida», segundo tema que hicieron retumbar los altavoces tras las campanadas. El himno del Sporting puso fin a la versión local y dejó paso a otra menos original, integrada por canciones del tipo «Mueve tu cucu» o «Todos a bailar». Y eso se pusieron a hacer todos los que, envueltos en un océano de confeti, llenaron hasta los topes la plaza Mayor hace dos noches para cumplir con el ritual de saludar al año recién llegado.