En épocas de grave recesión como la que asfixia a día de hoy a la economía asturiana, el empresariado tiene que asumir con decidido empeño su cuota de responsabilidad en el deber de ayudar a la región a salir del atolladero. Y no es estrecha esa cuota, ni tampoco baladí: sin una patronal aguerrida y emprendedora, la creación de empleo y riqueza se antoja una quimera. La Cámara de Comercio de Gijón, que compete además a la industria y a la navegación, afronta un proceso electoral relevante y aún se desconoce si habrá dos candidatos contendientes al principal sillón. Félix Baragaño ya mostró sus cartas, pero Arias de Velasco aún esconde las suyas. El actual presidente cameral podría ir de farol, pero su reciente defensa pública, de boca y por escrito, de la independencia de la Cámara hace pensar en la existencia de intereses políticos que desde la sombra pretenden influir en el proceso. La mano alargada del poder en Gijón no se detiene y pretende abarcarlo todo. Hasta convertir la Cámara en una sucursal.