Tazones (Villaviciosa),

Mariola MENÉNDEZ

Tazones quiere promocionar turísticamente la piedra del Cae o del Cahiz, que antaño hacía las veces de muelle, cuando la villa marinera carecía de espigón. Fue allí donde, al parecer, desembarcó Carlos I, una idea defendida por muchos y rebatida por otros tantos. Un grupo de tazoneros, vinculados a la asociación de vecinos, proponen «hacer una hornacina con una foto antigua y una leyenda sobre la piedra del Cahiz, además de marcar el perímetro que tenía. Debemos potenciarlo como elemento turístico», señala Joaquín Alonso.

La idea es bien acogida por el sector relacionado con el turismo. Enrique Rodríguez, propietario de un restaurante en la localidad, señala que «muchos turistas vienen preguntando por Carlos I, tenía que haber una estatua o una placa» que recuerde el célebre desembarco. Para tratar de convencer a los incrédulos, además, los vecinos tienen pensado organizar en Villaviciosa una charla a cargo del presidente de la Asociación Española de Marina Civil, José Antonio Madiedo, uno de los principales defensores de la veracidad del desembarco del futuro emperador en Tazones. Tras la conferencia, está previsto que se abra un debate al respecto. El acto está programado para marzo en el teatro Riera.

Para muchos es probable que Carlos I pudiera pisar tierra española por primera vez a través de la piedra del Cahiz, ya que era el único «muelle operativo». Madiedo apunta que «todo el borde de la costa (la playa, la entrada de la ría, etcétera) era, desde el punto de vista náutico, impracticable. Era un auténtico pedrero». La excepción la constituía la piedra del Cae, a la que aluden hasta los documentos más antiguos; pero este lugar no sólo tiene una importancia histórica, también era el lugar en el que los pescadores sacaban el pescado de las redes. Se subastaba y era cargado por las pescaderas en los paxos, que posteriormente portaban para vender la mercancía en diferentes localidades.

Cuando a principios del siglo XX se construyó el muelle de Tazones cuenta Joaquín Alonso que fue cuando se cubrió parcialmente la citada piedra del Cahiz. Las segundas obras, alrededor de 1935, también afectaron, ya que sólo se podía divisar la piedra desde un lado. La colocación de los bloques de hormigón del espigón acabó tapiándola, aunque al no estar tapada del todo aún se puede intuir.

Uno de los principales argumentos que sostiene Madiedo para defender la llegada de Carlos I a Tazones es que «sin práctico y dominio de la ría era casi imposible entrar, y más por la noche», por lo que descarta que la comitiva real se adentrara por el estuario maliayés.

Madiedo también rebate las tesis que sostienen quienes rechazan que el emperador pisara por primera vez tierra española en la piedra del Cahiz acudiendo al original (y no a una traducción) del diario del viaje escrito por Laurent Vital. Sostiene que existen diversos errores en la transcripción. Asegura que «fondearon en Tazones», aunque el entonces príncipe se alojó en Villaviciosa, ya que las posibilidades de la localidad entonces eran nulas. Agrega que incluso los habitantes de la villa marinera en un primer momento creyeron que la llegada de 40 barcos de gran tamaño y otros diez más pequeños suponía un nuevo ataque, ya que habían sufrido varios saqueos; pero al reconocer el escudo de Castilla se dieron cuenta de que la visita tenía otras intenciones.

José Antonio Madiedo también mantiene que no fue una tempestad lo que arrastró a la flota frente a las costas maliayesas, más bien lo contrario, el buen tiempo, que provocó que el viaje se prolongara más de lo previsto por las sucesivas calmas. Agrega que, según consta, fue el rey quien decidió fondear en Tazones después de escuchar los consejos de sus nobles. Además, Madiedo destaca que cuando decidieron arribar a la villa marinera ordenaron arriar la falúa, la embarcación que llevaría al rey a tierra, demostrando así que se había previsto el desembarco, explica. Junto a Carlos I entraron en la embarcación su hermana, damas y doncellas y otros caballeros ilustres, sostiene Madiedo. Posteriormente, el séquito real puso rumbo hacia Villaviciosa, adonde llegaron a altas horas de la madrugada.

Éstos son algunos de los argumentos que defenderá en la charla prevista el presidente de la Asociación Española de Marina Civil para argumentar el tan cuestionado desembarco. Es partidario de «evitar la disputa sobre si fue en Tazones o en Villaviciosa y sentirnos orgullosos de que fuera en el concejo donde ocurrió»; pero parece que el debate está asegurado.