Eloy MÉNDEZ

Advierte el periodista gijonés Joaquín Alonso Bonet, en su obra «Pequeñas historias de Gijón», publicada en 1969, que Begoña siempre fue una zona «preferentemente sometida a modificaciones a lo largo del tiempo». Una afirmación que, con el paso de los años, ha ganado más aún en consistencia. El céntrico paseo se prepara estos días para un nuevo cambio de imagen tras el inicio de las obras de ampliación del aparcamiento subterráneo, que supondrán también la eliminación de la polémica fuente del «Anzuelo» y el traslado de varias palmeras de la zona peatonal de la calle de Covadonga. Será otra vuelta de tuerca en la metamorfosis que esa zona de la ciudad ha sufrido desde principios de los años noventa del siglo XX.

l Una discutida reforma. El 7 de noviembre de 1992, Begoña estrenó su mayor mutación. Vicente Álvarez Areces, que por entonces iniciaba su segundo mandato como alcalde, inauguró aquel día una de sus grandes apuestas urbanísticas. El hormigón pasó a ser el protagonista, en detrimento de las zonas ajardinadas que históricamente habían adornado los extremos de este kilómetro destinado al ocio de los gijoneses. Algo que levantó una gran polvareda en la ciudad y que incluso motivó las críticas del entonces presidente de la Fundación Municipal de Cultura, el arquitecto Vicente Díez Faixat, quien censuró el modelo urbanístico llevado a cabo por el Consistorio no sólo en Begoña, sino también en otras zonas: «Se llena de hormigón el vacío, sin ningún sentido», aseguró.

Pero más allá de los acalorados debates ciudadanos, el paseo no perdió su carácter de eje cultural y social e, incluso, con su nueva estética, ganó en personalidad. «Un lugar como Begoña debe ser un referente original para los ciudadanos», dijo entonces Álvarez Areces. En uno de los extremos se instaló una enorme escultura del artista Joaquín Rubio Camín, formada por varios cubos de cemento situados uno encima de otro. El «Obelisco», como pasó a denominarse oficialmente, fue blanco predilecto de las sátiras locales, aunque su diseño no estaba en absoluto reñido con el del resto de la zona, donde también se instaló «Génesis», otra obra de Rubio, y se construyó un rupturista quiosco de la música: cuadrado y rodeado de graderíos circulares.

Otro de los elementos que suscitaron todo tipo de comentarios fue la fuente diseñada por José Manuel Espina. El coordinador del proyecto, el arquitecto Joaquín Aranda, la describió como «una cueva de la que mana agua», aunque su apariencia nunca se ajustó a esta definición. Más bien se trataba de una especie de trampolín de hormigón que coronaba un gran estanque construido en terrazas. Popularmente, recibió el nombre del «Anzuelo» y sólo se acabó por ganar el cariño de la mayoría de los gijoneses cuando se convirtió en el epicentro de los éxitos deportivos del Sporting. En línea con la nueva imagen, se incrustó en el pavimento situado a las puertas del Jovellanos un mosaico de Mabel Álvarez, denominado «Alegoría de la historia del teatro».

Pero aquella «reformona», como la tildaron algunos cronistas de la ciudad, no se circunscribió estrictamente al paseo. También afectó a un buen tramo de la calle de Covadonga y a los Campinos. En este espacio situado delante de la iglesia de San Lorenzo se recuperó la pérgola que presidía el estanque. Unas farolas con base de hormigón y parte superior azulejada, una zona de juegos infantiles, una pequeña zona ajardinada y dos hileras de árboles que discurrían paralelas completaron el histórico cambio.

l La «vuelta atrás» de 2004. En el año 2002, con Paz Fernández Felgueroso en la Alcaldía, el Consistorio aprovechó la construcción de un aparcamiento subterráneo en Begoña para poner en marcha un proyecto que propiciara una vuelta a los orígenes del paseo, que limara en buena medida la estética vanguardista de la anterior reforma. Tras siete meses de obras y una inversión de dos millones de euros, las nuevas farolas modernistas, a imitación de las diseñadas a principios del siglo XX por el arquitecto Miguel García de la Cruz, se encendieron el 20 de febrero de 2004, durante la noche de Comadres y sin inauguración oficial previa.

Además, el pavimento se rellenó con losetas de granito de color gris, rojo y blanco procedentes de Porriño, se construyeron amplios parterres y se colocaron bancos de madera. Los anteriores cerezos japoneses fueron sustituidos por tilos y se desmontó el «Obelisco» de Rubio Camín, que pasó a ocupar un lugar preferente en la rotonda de Foro (Pumarín), sobre la intersección de las avenidas de la Constitución, de Gaspar García Laviana y del Príncipe de Asturias. Mejor suerte corrió la fuente del «Anzuelo», que logró sobrevivir a la remodelación, aunque no sin cambios, ya que pasó a contar con dos filas de surtidores y luces ornamentales.

Estos cambios sí consiguieron la aprobación mayoritaria de los gijoneses, que valoraron favorablemente la recuperación de un estilo más clásico para el entrañable paseo. Además, el nuevo aparcamiento que se construyó en el subsuelo supuso un alivio para muchos vecinos del centro cansados de reclamar más espacios para estacionar sus vehículos, un problema crónico en esta zona.

l El final del reino del hormigón. Las obras que comenzaron hace unos días marcan el inicio de la tercera cirugía del paseo en 18 años. La zona afectada apenas había sufrido retoques en 2004, pero impondrá trastornos a los vecinos y comerciantes de este importante eje comercial. Además de ampliar el aparcamiento subterráneo, el Ayuntamiento también tiene previsto eliminar el «Anzuelo» y trasladará las palmeras que rodean al surtidor a un vivero. El concejal de Hacienda, Santiago Martínez Argüelles, remarcó este viernes que los trabajos no supondrán ningún esfuerzo para las arcas municipales, ya que serán financiadas por la empresa que gestiona el «parking». Independientemente de esto, Begoña completará la eliminación de los elementos de hormigón y el retorno a un estilo clásico y confirmará su condición de zona en continua mejora.