J. M. CEINOS

«Y a parte el carácter benéfico que la Asociación encierra, deben fijarse los vecinos que se trata también de una reforma en el ornato público, pues cerca está el verano, cercanas las fiestas, y ¿no sería uno de los mejores números del programa de agosto presentar al forastero las calles limpias de menesterosos?», podemos leer en la primera página del «diario democrático independiente» de Gijón «El Noroeste» del viernes 10 de febrero de 1905.

Se refería el periódico republicano (higienista en lo referente a los «menesterosos», al parecer), a la reunión que aquel día de hace 105 años sirvió para poner en marcha la Asociación Gijonesa de Caridad, que estos días anuncia que tiene intención de reclamar, por la vía judicial, la herencia (retenida en bancos suizos) que le dejó hace cuatro años el filántropo gijonés Luis Evaristo Bango Escacho, que ronda los 9 millones de euros, una cantidad que la asociación caritativa estima esencial para poder mantener su labor en la ciudad, especialmente en estos tiempos de crisis.

«La Asociación de Caridad es, por todos conceptos, de necesidad urgente», explicaba «El Noroeste» en 1905. Y así se puso en marcha, con participación de prácticamente todas las empresas de importancia radicadas hace 105 años en la villa, incluyendo, claro, al Banco de Gijón y al Crédito Industrial Gijonés. «La numerosa y distinguida representación que de todas las clases sociales de la villa acudió ayer tarde al Ayuntamiento es dato interesantísimo y halagüeño y prueba palmaria de que todas las entidades gijonesas se hallan dispuestas a seguir la altruista iniciativa de los Sres. Vigil Escalera (D. Ulpiano) y Suárez Infiesta (D. Silverio)».

Un salto importante fue el acuerdo adoptado en 1916, por iniciativa de Donato Argüelles, que había sido alcalde de Gijón entre 1909 y 1911, para construir un nuevo edificio que reuniese los servicios de la Asociación de Caridad, su asilo nocturno y las dependencias de la Cocina Económica, que desde 1909 regentaba también la caritativa entidad. La iniciativa del filántropo Argüelles vio la luz el 17 de diciembre de 1922, cuando el inmueble, ubicado en la calle de Sanz Crespo, fue inaugurado.

«La nueva casa de los pobres», como denominó al edificio el diario local «La Prensa» en su primera página del domingo 17 de diciembre de hace 88 años, constituía, para el periódico, «un episodio local de gran emotividad, tan ejemplar y tan noble, que bien merece que nuestro júbilo se acuse inequívocamente, y el concejo gijonés recorra las calles con el atuendo y el esplendor de los días grandes».

En un muro de la nueva Casa de los Pobres se colocó una placa en la que el Ayuntamiento, «en nombre de la ciudad» y como muestra de agradecimiento, hizo grabar los nombres de Donato Argüelles del Busto, Higinio Gutiérrez Menéndez, Bernardo Meré Berros, José Fernández Castro y Francisco Gutiérrez Menéndez, «depositando en ellos el más profundo reconocimiento a los generosos donantes y legatarios a quienes se debe la gran obra de misericordia que la Asociación Gijonesa de Caridad representa».

Por su parte, el diario «El Noroeste» del 17 de diciembre de 1922 destacaba, en el mismo titular del que daba cuenta del acontecimiento filantrópico, de otra inauguración.

Era la de un busto en memoria de uno de los hijos ilustres de la villa: el general Evaristo San Miguel, «gran ciudadano y demócrata insigne», recordaba «El Noroeste», y apostillaba sobre el militar nacido en Gijón en 1785 y muerto en Madrid en 1862: «Eso fue el gran hombre hijo de este pueblo cuya memoria, imperecedera por los hechos que enaltecieron en la vida de aquél la historia patria, venera hoy Gijón con un sencillo homenaje», aunque al diario le pareciera que no estaba «en relación, ciertamente, el modesto busto del insigne demócrata que en la mañana de este día va a descubrirse en la plazuela de su nombre, con los altos merecimientos del que consagró su vida a la causa de la libertad, del derecho, de la justicia y de la prosperidad de España».

Así fue como, el mismo día, la villa asistió a dos inauguraciones, aunque en la segunda, la del busto de Evaristo San Miguel, hubo ausencias, que «El Noroeste» contó a sus lectores. Tras el acto en el nuevo edificio de la Asociación Gijonesa de Caridad, «los párrocos de las iglesias de San Lorenzo y San José y el concejal don Rufino Menéndez se retiraron a partir de ese punto. No así el párroco de San Pedro, don Ramón Piquero, que asistió a la inauguración del modesto monumento». El busto de San Miguel, obra del escultor Gargallo, se fundió en «la Fábrica Nacional de Trubia».

En el acto puso la música la Banda de Gijón, pero no interpretó el «Himno de Riego», censuró «El Noroeste» en su número del 19 de diciembre. «La Prensa», el mismo día, lo explicaba: «El alcalde hizo ayer constar a los periodistas que oportunamente había indicado al presidente de la Banda de Música que en la solemnidad del domingo, al inaugurarse el busto del general San Miguel, se interpretase el Himno de Riego, cosa que no se hizo. El señor Cerra (responsable de la Banda) manifestó que el himno no figuraba en el repertorio, que lo había pedido a Madrid y que no había llegado». Así se quedó Don Evaristo sin el himno liberal.