Magistrado del Tribunal Supremo

C. JIMÉNEZ

José Antonio Martín Pallín es magistrado del Tribunal Supremo y defensor a ultranza del Estado de Derecho. Ayer participó en la Biblioteca Jovellanos en la presentación de la asociación «Asturias Laica», un proyecto que él mismo apoya y considera necesario extender a otras regiones. «Todos nacemos laicos. Ésa es la esencia de la libertad y la dignidad de la persona», defendió el magistrado en el transcurso de una conferencia sobre laicismo y laicidad en la que estuvo acompañado por el presidente del colectivo laico en el Principado, José Luis Iglesias.

-¿Podría realizar un diagnóstico del estado de la Administración de Justicia en España?

-La Justicia se encuentra en un momento de gran tensión mediática principalmente por los asuntos relacionados con el juez Baltasar Garzón y la trama Gürtel, que aunque algunos se empeñen en acusar a Garzón tiene sus propios autores y sus ramificaciones. Si bien es cierto que ahora las tramas de corrupción ya no son exclusivas de uno u otro signo político. Por desgracia se han generalizado bastante y ya tenemos dos manifestaciones negativas sobre la legislación española en materia de desarrollo urbanístico.

-¿Cómo debe actuar la Justicia en esos casos?

-Ha habido que usar el Código Penal para ordenar la construcción. La corrupción urbanística es un cáncer para la democracia. Es una de las formas más fáciles de obrar. Hay muchos regímenes democráticos que se han deslegitimado por la corrupción.

-¿La política se ha judicializado o está la Justicia demasiado politizada?

-La Justicia es como el cuerpo de Bomberos. Estamos ahí y nos llegan los casos pero nosotros no salimos a las calles enarbolando la bandera de la Justicia. Somos un poder estático y recogemos los conflictos de la sociedad.

-¿Son ahora más abundantes esos conflictos ?

-No excesivamente. Tampoco han variado tanto las estadísticas a lo largo del tiempo pero hoy se les da una mayor trascendencia y proyección mediática.

-Proceso al juez Garzón por investigar los crímenes del franquismo. ¿Qué opinión le merece la persecución al magistrado de la Audiencia Nacional?

-Está perturbando mucho el funcionamiento del poder judicial. Con esa tensión no se puede trabajar. Es un proceso como la guerra civil pero la última palabra la tiene en este caso el Tribunal Supremo.

-El Tribunal Supremo ha citado a Garzón para interrogarle en calidad de imputado en la causa por los cobros que pudo recibir al organizar unos cursos en la Universidad de Nueva York que fueron patrocinados por el Banco Santander.

-Es algo que se investigó en su momento y se archivó. No alcanzo a comprender por qué se ha vuelto a abrir el proceso. Esperemos que lo cierren lo más rápidamente posible.

-El laicismo como valor constitucional cobra fuerza entre los defensores de la asignatura Educación para la Ciudadanía. ¿Qué opina sobre el conflicto surgido en torno a esta materia?

-Es un problema de confrontación de ideologías pero ese derecho debe someterse a unos valores constitucionales. El laicismo se ha construido en base a impulsos políticos. Desde Constantino, en el siglo V antes de Cristo, se ha vinculado Iglesia y Estado. Se pensaba que estar aliado con una religión era bastante rentable pero esa inercia se rompe con la Ilustración y a partir de ahí ya se puede hablar de laicismo o laicidad, que no representa una militancia anticlerical. El laicismo lo que ofrece al individuo es la posibilidad de optar. Todos nacemos laicos. Ésa es la esencia de la libertad y la dignidad de la persona. A partir de ahí las posibilidades están abiertas.

«La Justicia es como el cuerpo de Bomberos: recogemos los conflictos de la sociedad»

«Todos nacemos laicos; ésa es la esencia de la libertad y la dignidad de la persona»