C. JIMÉNEZ

José Luis Iglesias es presidente de la asociación Asturias Laica, una entidad que apenas hace unos días se presentaba oficialmente en Gijón con el objetivo de proclamar la libertad de conciencia y la necesidad de lograr una separación efectiva entre Iglesia y Estado. Con más de treinta años de experiencia como docente, Iglesias aborda en esta entrevista los retos más inmediatos del laicismo. «No somos anticlericales, que nadie se llame a engaño», advierte. A su juicio, la única manera de lograr el equilibrio en sociedades multiculturales es a través de estados laicos, donde cada uno tenga sus creencias, «pero sin necesidad de que éstas sean sufragadas con el erario público», subraya.

-¿Cómo surge Asturias Laica?

-El trabajo lo inició la plataforma laica. Después de la Transición es un movimiento inexistente. Yo sitúo la fecha de origen del laicismo contemporáneo con la visita de Gonzalo Puente Ojea para presentar un libro sobre su paso por la embajada del Vaticano. Asistí a esa conferencia, me interesé por el tema que exponía sobre el laicismo y encontré una luz. Después empecé a moverme y a tomar contacto con «Europa Laica», desde allí recibo unas orientaciones y me hago socio, y a partir de ahí se montó la plataforma laica de Asturias, una coordinadora de organizaciones más o menos entregadas.

-Y respaldados por los grupos de izquierda...

-Desde la izquierda no hay discrepancias ideológicas. Todos defienden el laicismo. Las diferencias son tácticas, a la hora de llevarlo a la práctica. Los más asiduos y defensores fueron los partidos y asociaciones republicanas, minoría en la ciudad de Gijón pero muy consecuentes.

-¿Por qué en este momento una asociación?

-Al no esta legalmente constituidos no existíamos. Fuimos difamados pero no entramos en ello porque tampoco podíamos defendernos por la vía legal. Tampoco pudimos ayudar a todos aquellos que se dirigían a nosotros ni a las dos piloñesas que decidieron ejercer su derecho a la apostasía y que sufrieron malos tratos por parte del párroco. Todas esas necesidades que no podíamos atender fue lo que nos llevó a fundar la asociación. Arrancamos en esta primera fase con 11 socios promotores.

-¿Cuáles son ahora sus objetivos más inmediatos?

-Realizar una campaña de lanzamiento y agrupar a los socios. Antes de final de año se celebrará la asamblea constituyente, para elegir una junta directiva con carácter regular. En este momento la prioridad es crecer. Oficialmente no estamos vinculados a «Europa Laica» pero queremos ser una sección de ellos en Asturias, colaborando en sus campañas.

-En la presentación pública de la asociación insistió en la necesidad de lograr una separación efectiva entre Iglesia y Estado. ¿Es posible?

-La Iglesia cuando se une a la política se desnaturaliza. Para que el cristianismo sea auténtico debe de separarse de la política. Hay ejemplos claros en la vida de Jesús donde se muestra partidario precisamente de esto mismo y creemos que ahora es posible lograrlo. En la España de Franco resultaba impensable y en la de la Transición era difícil. Hay muchos cristianos de base que también lo creen posible. Ese cambio pasa por desterrar la presencia de autoridades públicas de los actos religiosos. Con su participación demuestran que siguen anclados en el pasado. No captan la realidad de la sociedad española.

-¿Cuál es esa realidad?

-La evolución de las cifras de financiación a la Iglesia católica, las ceremonias matrimoniales y las matriculaciones en la asignatura de religión en los centros educativos demuestran que la sociedad se seculariza. No es que las personas dejen de tener creencias sino que las llevan al ámbito de lo privado. La sociedad en general tiene más talante y los políticos siguen anclados en las procesiones y las bendiciones de aguas. Yo lo veo como algo anticuado y no se corresponde con la realidad constitucional.

-¿Van a pedir a los políticos del municipio que dejen de acudir a esos actos?

-Lo vamos a pedir, pero hay muchas formas de hacerlo. Razonar, argumentar, dialogar y convencer, ésa es nuestra forma de actuar. Sean del signo que sean, los poderes públicos no deben hacer eso, pero de la misma forma también criticaríamos a un político que prohíba una manifestación religiosa. Simplemente digo que se limiten a hacer lo que tienen que hacer.

-Las celebraciones de Semana Santa ya han comenzado, ¿alguna propuesta concreta?

-Los más implicados siguen siendo los alcaldes, el poder judicial guarda mejor las formas pero en los ayuntamientos parece que tienen más miedo a abandonar las procesiones que la propia ciudadanía, que estoy seguro que lo comprendería. Hay un sector que trata de seguir vinculado poder político e Iglesia pero la juventud ya no cree en ello.

-También promueven una escuela laica, que el Estado no financie una enseñanza confesional y que la religión salga de los centros escolares.

-Ahí resulta más complicado de conseguir porque se mezclan aspectos de índole no estrictamente religiosa. Por ejemplo, tenemos el caso de la concertada, que muchas familias eligen no por su deseo de que los hijos reciban una educación de orientación religiosa sino porque en la pública no encuentran satisfechos sus objetivos. No van buscando una educación religiosa, por eso pongo en duda que tengan derecho a que se financien con fondos públicos los 15.000 docentes de religión que hay en la concertada.

-¿Debe apartarse la asignatura de religión de los planes educativos?

-Choca frontalmente con la concepción de un estado laico que exige la separación de Iglesia y Estado. Un Estado no puede financiar la educación en unas determinadas creencias ni políticas ni religiosas. La educación debe ser para todos, plural, tolerante y científica y no cabe otra cosa, si no entras en contradicciones gravísimas.

-¿Por ejemplo?

-Un Estado como España con un Parlamento donde se aprueba la llamada ley del aborto y que por la puerta de atrás se esté pagando a 15.000 profesores nombrados por los obispos que les exigen que difundan en las aulas que ese Parlamento aprueba leyes que promueven el asesinato genera una contradicción gravísima.