-¿Se vendió bien su poemario, «El óxido del tiempo»?

-En la presentación estuvo la directora general de Cultura, Trinidad Rodríguez, que se comprometió a comprar cien ejemplares. Yo seguí escribiendo poesía; el segundo libro, «Escucha, mar», lo patrocinó en parte la Fundación Dolores Medio, y el tercero, «Al Norte de los vientos», Ibercaja de Zaragoza en su totalidad. Éste era un libro bastante audaz y, aunque los directores de Ibercaja eran del Opus Dei, no me pusieron ninguna pega.

-¿La audacia significa erotismo?

-Sí, casi todos mis libros lo contienen, menos uno de ellos compuesto por haikus titulado «En clave de silencio». El más pasional es «Adagio», una recopilación de cartas de amor. He escrito también una novela de la guerra, «Moscas en el tintero», que va por la segunda edición, y un texto de relatos variados, «Una grieta en la pared», que se presentó en la Feria del Libro de Jaca el año pasado. Pese a sus 11.000 habitantes, Jaca es una ciudad muy activa. Aparte de sus conocidas e internacionales instalaciones de hielo, tiene Palacio de Congresos, Casino, Instituto de Estudios Biológicos, Feria del Libro...

-¿Ha practicado usted esquí?

-Todo lo imaginable. De esquí alpino tengo algunos trofeos. Candanchú es una estación difícil que te certifica para esquiar en cualquier otra. Hice cursos en Vaqueira, Panticosa, Formigal, Astún, y esquí de fondo en Francia. Ha sido mi vicio, y mi hija, Sara Navarro, que no es la célebre diseñadora de calzado, al haberlo practicado desde muy pequeña tiene gran clase y estilo. Por suerte nunca rompí ningún hueso.

-Creo que está a punto de presentar un nuevo libro...

-Sí, aunque no tiene nada que ver con los anteriores. Lo hace Impresol y lo financio yo. Las editoriales, si no tienes un nombre reconocido, no te hacen ni caso. Estas personas de Impresol trabajan de maravilla, el dibujo de portada es de Álvaro Nogueras. Es una novela corta titulada «Un baúl llamado Arnoldina» y está dedicada a Luis Fernández Roces. Lo presentaremos en mayo en el Antiguo Instituto.

-De acuerdo con su pasado familiar, ¿es usted republicana?

-No, aunque tampoco monárquica, pese que la corona me parece una garantía de seguridad nacional. En Jaca hay gran tradición republicana y recuerdo que durante aquella tarde, media Jaca se había ido a la frontera; se estaban celebrando unos juegos olímpicos y desapareció todo el mundo. En 1930, dos republicanos se sublevaron contra la dictadura de Primo de Rivera: eran Galán y García Hernández, fusilados posteriormente. Fue lo que se conoce como la Insurrección de Jaca.

-¿Contempla algún proyecto literario más?

-Estoy haciendo la crónica de mi viaje a Sudáfrica, «Setenta días en Geodloof»; el nombre se refiere a una zona residencial de Ciudad del Cabo. Fue un viaje maravilloso que hice en 1986.

-Pese a su edad, conserva la coquetería...

-Me gusta ir bien. Te reciben como te presentas y te despiden como eres. Llevo sombrero muchas veces porque me acostumbró mi madre.

«Estoy haciendo la crónica de mi viaje a Sudáfrica en 1986»