Eloy MÉNDEZ

Rafael Marcos se tuvo que empeñar en el año 76 para construir su pequeña casa en una finca de siete mil metros cuadrados situada en el corazón de San Andrés de los Tacones. «Es el esfuerzo de toda mi vida», dice con gesto serio. Por eso, desde que el Principado anunció hace más de cinco años que construirá una zona logística de 400 hectáreas en la parroquia, no levanta cabeza. Primero, aguantó estoicamente las ofertas que le llegaron para que vendiera sus propiedades y, ahora, se niega en redondo a marcharse por los 2,90 euros por metro cuadrado que le ofrecen en concepto de expropiación. A poco más de dos semanas para que finalice la tramitación administrativa del proceso, sólo ve una salida. «No me queda otra que ir a los tribunales», anuncia.

La situación de la docena de propietarios afectados por las expropiaciones previas a la urbanización de la primera fase de la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) -que afecta a más de cien hectáreas- es idéntica. Desde que se anunciaron los precios, que se elevan hasta los 5,99 euros por metro cuadrado en los núcleos rurales de la parroquia recogidos en el PGO, están en un sin vivir. «Es ridículo, un auténtico engaño, no pueden echar a la gente de sus casas por cuatro duros», se lamenta Marcos, que ha visto cómo muchos de sus vecinos vendieron sus terrenos a la ZALIA a una media de treinta euros el metro cuadrado.

«El suelo normal está valorado a 19 euros a la hora de pagar el impuesto de bienes inmuebles y llega hasta los 63 si hay vivienda», señala César Alonso, dueño de una finca de 18.000 metros cuadrados bajo la que también pende la espada de Damocles del proceso expropiatorio. «Resulta que para cobrar hay unas tarifas y para pagar otras muy distintas», se lamenta.

«Esto es un drama humano en toda regla, aquí nadie se ha interesado por las personas, que a algún sitio se tendrán que ir a vivir», explica Jesús Fernández, vicepresidente de la Asociación de Vecinos y que perderá su finca de 3.500 metros cuadrados y una pequeña casa de verano en cuanto las máquinas lleguen a la parroquia. Más allá de cuestiones puramente económicas, este vecino apela a la situación personal de cada uno de los afectados. «Nadie nos ha dado una fecha oficial para el inicio de las obras, nadie nos dice cuándo nos tenemos que marchar, nadie ha intentado negociar con nosotros absolutamente nada», denuncia sin resignarse a su suerte.

El primer paso que los afectados pueden dar a partir de ahora es recurrir ante el jurado provincial de expropiaciones, para intentar que se eleven los precios fijados en base a unas fórmulas recogidas en la legislación nacional. Después, la única alternativa es llevar el asunto ante la sala de los contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia del Principado de Asturias. «Vamos a luchar hasta el final, no vamos a ceder ni van a poder con nosotros fácilmente», señala Marcos. Sin embargo, esa lucha se vaticina larga y seguramente concluirá cuando ninguno de los demandantes viva ya en San Andrés de los Tacones. «Teniendo en cuenta que los expropiados en Porceyo por la autovía AS-II a Oviedo todavía no han cobrado, sabemos que esto va para largo», apunta Fernández.

«¿Qué voy a hacer a partir de ahora?», se pregunta Ventura Jiménez en su vivienda unifamiliar donde convive con su esposa, sus suegros y un cuñado. Rodeado de terrenos que ya son propiedad de la ZALIA, este vecino es uno de los que ha resistido el empuje comprador de la sociedad que gestiona la futura zona logística. «Por aquí no ha venido nadie a negociar conmigo, es como si no existiéramos», protesta tras desvelar que baraja acudir a la Justicia «para que se me reconozca lo que es mío».

Una decisión que apoya el presidente vecinal, Eusebio Ortega. «Los excesos que se han cometido en este pueblo darían para un libro», dice. Aunque su vivienda no está afectada por la primera fase de la ZALIA, sabe que San Andrés está abocado a un oscuro porvenir. «A unos se les echa y a otros se nos deja un futuro entre naves industriales», indica. Pero, mientras tanto, no renuncia a la lucha. «Sabemos que ellos tienen las de ganar, pero por lo menos intentaremos que ganen por la mínima», manifiesta, tras denunciar que el inminente desarrollo de la ZALIA tiene paralizada a la parroquia. «El Ayuntamiento no arregla los caminos a la espera de que empiecen unas obras que aún no tienen fecha», se queja, consciente de que ahora arranca un periplo por los juzgados que puede durar años.