J. L. ARGÜELLES

J. L. ARGÜELLES

El ministro de Trabajo comparte el optimismo que algunos observadores atribuyen al presidente Zapatero. Al menos en los análisis sobre la situación económica. Ayer, en una jornada especialmente aciaga por los titulares internacionales que subrayaban la pérdida de crédito de España tras rebajar la agencia S&P la calificación de la deuda, Celestino Corbacho se mostró convencido de que lo peor ha pasado: «Estamos dejando atrás la crisis, aunque la salida será lenta».

Corbacho recurrió al conocimiento de algunos datos que se harán públicos en los próximos días, como los de la evolución del paro en este mes, para hacer creíbles sus palabras. «A día de hoy (por ayer), los datos de abril son relativamente buenos, tanto los de empleo como los de afiliación a la Seguridad Social», explicó. Y más adelante: «No se sale de esta crisis en seis meses, pero creo que hemos llegado al ajuste final».

El Ministro participó en una de las sesiones del X Seminario europeo sobre el empleo, que organiza en el Antiguo Instituto la Asociación de Periodistas Europeos. Es cierto que en abril suele producirse una mejora estacional de los datos del paro, pero Corbacho indicó que en esas cifras hay también una «tendencia», es decir, una orientación que apunta hacia un crecimiento en la creación de empleo. Un balón de oxígeno después de la encuesta trimestral del Instituto Nacional de Estadística, que registra un desempleo superior al 20 por ciento de la población activa.

El titular de Trabajo dejó claro que es importante sustraer del debate sobre la crisis el de la viabilidad del sistema de pensiones español, que tiene «salud económica», según hizo resaltar. Pero también quiso poner de manifiesto que el actual modelo, con las inflexiones demográficas previstas, no será «sostenible» en dos décadas. España, que es el segundo país del mundo en el que la esperanza de vida es mayor, tendrá en 2030, siempre según las proyecciones estadísticas del Ministerio, 12,5 millones de pensiones, el doble que en 1990. El montante de las jubilaciones supondrá el 10,33 por ciento del producto interior bruto (PIB), tres puntos más que hace veinte años. «¿Qué debemos hacer? Es el debate en el que es necesario ahondar desde el Pacto de Toledo», señaló Corbacho, quien admitió que el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años, tal y como han hecho algunos países y al que ya se ha referido Zapatero, es una posibilidad. Pero también aceptó que la edad media de jubilación está ahora en los 63 años, dos años por debajo de la fijada en el sistema. Y otra advertencia: «Parece razonable que no aceptemos las jubilaciones anticipadas en aquellas empresas que tienen beneficios».

Corbacho acusó, además, al Partido Popular (PP) de «intentar sacar rédito» de la crisis con las continuas descalificaciones del principal partido de la oposición y de su líder, Mariano Rajoy, a los planteamientos económicos de Gobierno. Puso el ejemplo de Portugal, donde los dos principales partidos se apresuraron a celebrar una reunión en el momento en el que su país empezó a aparecer asociado a problemas similares a los de Grecia. «Sería positivo que el PP empezara a ver su responsabilidad y que hiciera un esfuerzo para intentar ayudar». El Ministro justificó las cuantiosas ayudas que el Gobierno inyectó en el sistema financiero porque de lo contrario, a su juicio, «hubiera sido mucho peor». Subrayó que España tiene «un problema estructural de empleo», con tasas del 12 y el 13 por ciento de paro cuando la economía crecía a buen ritmo. Señaló que un modelo como el alemán, con reducciones de jornada y salario pero mantenimiento del puesto de trabajo, «no se puede trasladar miméticamente, aunque hay que aprender».

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El ministro de Trabajo comparte el optimismo que algunos observadores le atribuyen al presidente Zapatero. Al menos en algunos de los análisis sobre la situación económica. Ayer, en una jornada especialmente aciaga por los titulares internacionales que subrayaban la pérdida de crédito de España tras rebajar la agencia S&P la calificación de la deuda, Celestino Corbacho se mostró convencido de que lo peor ha pasado: «Estamos dejando atrás la crisis, aunque la salida será lenta».

Corbacho recurrió al conocimiento de algunos datos que se harán públicos en los próximos días, como los de la evolución del paro en el último mes, para tratar de dar credibilidad a sus palabras. «A día de hoy (por ayer), los datos de abril son relativamente buenos, tanto los de empleo como los de afiliación a la Seguridad Social», explicó. Y más adelante: «No se sale de esta crisis en seis meses, pero creo que hemos llegado al ajuste final».

El Ministro participó en una de las sesiones del X Seminario europeo sobre el empleo, que organiza en el Antiguo Instituto la Asociación de Periodistas Europeos. Es cierto que en abril suele producirse una mejora estacional de los datos del paro, pero Corbacho indicó ayer que en esas crifras hay también una «tendencia», es decir, una orientación que apunta hacia un crecimiento en la creación de empleo. Un balón de oxígeno después de la encuesta trimestral del Instituto Nacional de Estadística, que registra un desempleo superior al 20 por ciento de la población activa.

El titular de Trabajo participó en una sesión sobre el Estado del bienestar. Dejó claro que es importante sustraer del debate sobre la crisis el de la viabilidad del sistema de pensiones español, que tiene «salud económica», según hizo resaltar. Pero también quiso poner de manifiesto que el actual modelo, con las inflexiones demográficas previstas, no será «sostenible» en dos décadas. España, que es el segundo país del mundo en el que la esperanza de vida es mayor, tendrá en 2030, siempre según las proyecciones estadísticas del Ministerio, 12,5 millones de pensiones, el doble que en 1990. El montante de las jubilaciones supodrá el 10,33 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), tres puntos más que hace veinte años. «¿Qué debemos hacer? Es el debate en el que es necesario ahondar desde el Pacto de Toledo», señaló Corbacho, quien admitió que el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años, tal y como han hecho algunos países y