Al menos podría calificarse de peculiar la mesa ofrecida en el Ateneo Jovellanos, en la tarde del miércoles. José Manuel Otero Novas y José Luis Iglesias Riopedre, frente a frente; sobre el papel, puro antagonismo ideológico y más si echamos una ojeada al título de la charla, «Derivaciones seculares no religiosas en los principios de la vida pública». La sesión, como anunció el presidente del Ateneo, José Luis Martínez, correspondía al inicio de un nuevo ciclo de conferencias, «La política al servicio del bien común». El morbo estaba bien servido aunque al final no hubo polémica; ambos tribunos disponen de buenas tablas, y a su espalda guardaban una decisiva confluencia de afectos y vivencias.

Riopedre, actual consejero de Educación del Principado, está licenciado en Filosofía y Letras y es catedrático del IES Leopoldo Alas, de Oviedo. Presentó al conferenciante como su amigo. Ambos nacieron en Vigo -son coetáneos rondando los 70-, en el mismo barrio, fueron alumnos de los Hermanos Maristas... «Esto significa que lo conozco desde hace más de 60 años, y es el político más precoz que he conocido; un día, siendo adolescente, dijo que iba a ser ministro, y fue. El Ateneo ha elegido muy bien al conferenciante; José Manuel Otero Novas es un gran conocedor de la política, su criterio es independiente, sin duda, el mejor para hacer un análisis objetivo», comentó Iglesias Riopedre. Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, José Manuel Otero Novas obtuvo las oposiciones de Abogado del Estado en 1966. Uno de los fundadores del grupo Tácito, fue director general con Fraga Iribarne aún en vida de Franco, y en el Gobierno de Adolfo Suárez ocupó las carteras ministeriales de Presidencia y Educación. «Es un hombre que ha trabajado por la democracia, y a él se debe el primer borrador para la legalización del PCE», concluyó el presentador.

Otero Novas, según su estilo, se puso en pie; es un veterano del Ateneo que ha dejado muy alto su prestigio de brillante orador. Dijo de su compañero, que era un lujo tenerlo en la tribuna por sus valores humanos. «Aunque nos separan grandes distancias ideológicas, yo siempre he querido convertirlo, y él a mí, pero fracasamos ambos, aunque cada vez coincidimos en más cosas». Enfrentado el tema propuesto, Otero Novas, una vez expuestas las dos dimensiones del cristianismo -relación del hombre con Dios, y relación de los hombres entre sí-, se centró en la segunda consideración, que le llevaría al humanismo cristiano, no sin valorar a éste como un resultado de los criterios y mandatos divinos. Pero he aquí la parte más sustancial de la charla: el humanismo cristiano no es exclusivo de los creyentes, sino que alcanza incluso a los ateos, como han reconocido cientos de autores, incluido Gustavo Bueno, que se define como «un ateo católico». «Hoy, dos Pepes, Bono y Blanco, que desde las filas socialistas están reclamando el humanismo cristiano. Sarkozy ha dicho que aunque sus decisiones nunca se tomarán por motivos religiosos, reconoce que el cristianismo ha influido en Francia hasta en el paisaje, pasando por la historia, la cultura, el arte... Los hay que quieren borrar la religión de la faz de la Tierra, pero hablan de los valores excelentes del Evangelio».

«La operatividad del humanismo cristiano es enorme, se extiende a todo el mundo; la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 es una rotunda apología del humanismo cristiano». Tras hacer un breve análisis de las virtudes de este modelo, Otero Novas dijo que hoy más que nunca requerimos de una doctrina que nos haga salir del relativismo y la superficialidad... «Se está acabando un ciclo, y no tardaremos en necesitar que se propague la divinidad de la esencia humana».

Iglesias Riopedre, impertérrito. Pero su amigo añadió, «lo que nos separa a unos a otros, de creer o no creer, es tan leve que se escapa de nuestro control».