Alejandro González creyó que nunca sacaría el Bachillerato. Demasiadas asignaturas concentradas en dos cursos muy duros. Además, con 19 años, quiere compaginar el estudio con el trabajo «para intentar sacar algo de dinero», y eso con la modalidad diurna es casi imposible. En el nocturno, donde el Bachillerato está dividido en tres años, ve muy factible acabar sacando el título, y en ello está. Gardenia Riomao es de Jove y tiene de 31 años. Acabó EGB y se puso a trabajar con sus padres de marisquera. Hace dos años quedó en el paro y se planteó que era el momento oportuno para seguir con sus estudios y abrirse mejores expectativas cambiando de sector laboral. Apura los gastos al mínimo, así que va al instituto andando y no se puede complicar la vida cambiando de barrio donde estudiar. «De marisquera no vuelvo ni loca, así que si me lo complican mucho acabaré fregando escaleras, o lo que sea; pero a mí me gustaría lograr el título y seguir formándome. Creo que es la última oportunidad que tengo».

A Irene Martínez, 22 años, una enfermedad le frustró acabar Bachillerato. Se desmotivó y acabó sin el título y trabajando como cajera de supermercado, pero no veía futuro, así que se volvió a matricular en el nocturno. Ahora le va bien, como a José González, de 44 años, empleado de seguridad en El Musel, casado y vecino de La Calzada. «Dejé de estudiar hace 28 años, pero el año pasado me presenté por libre a las pruebas de la ESO y aprobé. Así que me animé a seguir estudiando el Bachillerato», relata. Trabaja de noche, así que sale del instituto a las diez y se va volando al puerto. «Si me complican las distancias, o el aparcamiento, o cualquier otra cosa, me será muy difícil continuar. Compagino trabajo, familia y estudios, y es difícil, hay que hacer encaje de bolillos», sostiene. Ángeles Baptista, 31 años, llevaba diez trabajando en la hostelería. El pasado mes de julio quedó en paro y decidió que era el momento de volver a estudiar. «Nunca lo había querido dejar, pero por circunstancias tuve que ponerme a trabajar. En este Bachillerato es más tranquilo, hay menos gente, nos brindan mucho más apoyo y se lleva de otra manera. No me gustaría que desapareciese, sobre todo, porque este barrio está muy castigado, hay más del 40% de paro entre la gente de 18 a 25 años, y ésta es una oportunidad que tenemos para que se refuercen nuestra formación y nuestras oportunidades». «A los políticos se les llena la boca con la formación, y es verdad. Sin eso, poco hay; pero luego, a la mínima, aplican el recorte», denuncian, a su vez, Iván Castiñeira y Manuel Ángel Fuertes.