J. M. CEINOS

«Hoy llega a Gijón el ministro de Fomento. En este pueblo, que es modelo de cortesía y hospitalidad, se acogerá con el respeto debido al representante del Poder ejecutivo. Pero a la vez que hospitalario y cortés, el pueblo de Gijón es profundamente liberal, y no ha olvidado que el actual ministro de Fomento, Sr. Ugarte, fue fiscal del Tribunal Supremo en 1909, e intervino de un modo directo y personal en la obra nefasta de la represión de los sucesos de Barcelona. El recibimiento que se tributará al señor Ugarte será todo lo deferente y oficial que se quiera: popular, nunca».

La advertencia que en su número del 17 de octubre de 1915 lanzaba el periódico gijonés «El Noroeste» iba dirigido a Francisco Javier Ugarte Pagés (Barcelona, 1852-Madrid, 1919), que ese día llegaba a Gijón para inaugurar, en nombre del Gobierno de la nación, «el soberbio edificio de la Escuela de Comercio y presidir el solemne acto de la apertura del curso académico de 1916 a 1916 en dicho Centro oficial de enseñanza» («El Noroeste»).

Una inauguración que, al menos en las páginas del diario republicano y órgano de expresión del reformismo del político gijonés Melquíades Álvarez, tuvo su polémica, y no sólo por la presencia del antiguo fiscal del Supremo encargado de solventar las acusaciones por los sucesos de la llamada Semana Trágica de Barcelona de 1909, también sobre los personajes que habían hecho posible erigir el edificio de la Escuela Superior de Comercio, según un proyecto del arquitecto Manuel del Busto, en la entonces llamada huerta del Instituto Jovellanos.

No era baladí la polémica, que entraba de lleno en las luchas políticas de aquellos años. Así, «El Noroeste», al dar cuenta de la inauguración, en su número del lunes 18 de octubre de 1915, largaba contra «las lenguas sueltas» y «las vanidades» que «se desataron, acompañadas de un nutrido cortejo de injusticias y de ingratitudes».

Empezaba relatando que «nosotros no tenemos el menor inconveniente en reconocer que el Sr. Rodríguez San Pedro sea un auténtico y legítimo patricio (...) Tampoco podríamos negar, sin incurrir en apasionamiento, los servicios que prestara a Gijón y a la creación de la Escuela (...) Pero esta Patria, creemos que le ha correspondido con largueza, cubriéndole de honores y de algo más, que aunque menos espiritual tiene un positivo valimiento en la vida».

Faustino Rodríguez San Pedro Díaz-Argüelles (Gijón, 1833-1925) fue uno de los políticos locales más señeros en la época de la Restauración, ministro de Hacienda, de Estado y de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Y «El Noroeste» proseguía con su ataque contra los que consideraba que se adornaban con «plumas ajenas» a propósito de la Escuela Superior de Comercio: «Algunos señores, creyendo sin duda que la corona que ostenta el conde de Revillagigedo no es bastante decorativa, han tenido a bien adornarla con ajenas plumas. Según éstos, la Escuela de Comercio es obra del prócer, que heredará la representación parlamentaria de Gijón, como anejo de sus títulos nobiliarios».

La Escuela Superior de Comercio de Gijón databa del año 1908 como heredera de la Escuela Elemental de Comercio, cuya creación había aprobado el Gobierno de la nación en 1899, en pleno proceso de repatriación de capitales ultramarinos tras la guerra de Cuba y Filipinas, constituyendo, entonces, un referente para la ciudad.

Demófilo Pons e Irureta, catedrático de Tecnología Industrial, ya indicaba a los gijoneses en las páginas de «El Noroeste» del 1 de mayo de 1911, el día antes del solemne acto de colocación de la primera piedra del edificio de la Escuela Superior de Comercio, que observaran que «ayudándonos en nuestra empresa y poniendo la vista en esa primera piedra de los cimientos, pensad en que no sirva sólo para sostener un grandioso edificio, sino para ser base del engrandecimiento comercial e industrial de este hermoso pedazo de suelo asturiano que se llama Gijón».

En el mismo número, pero en primera página, «El Noroeste» publicaba un texto de Benito Pérez Galdós dedicado a Melquíades Álvarez, en el que el escritor canario, tras saludar el republicanismo del político gijonés, decía lo siguiente: «En la oratoria política, así ante el Parlamento como ante las multitudes, no hallaréis quien iguale a Melquíades Álvarez (...) Es la Oratoria misma, hijo predilecto de la musa Polimnia, en quien los antiguos personificaron la Elocuencia y la Pantomima...».

Precisamente, volviendo a las páginas de «El Noroeste» del 18 de octubre de 1915, se observa que el diario otorgaba a Melquíades Álvarez el honor de haber sido, con su tesón, el verdadero artífice de la construcción del edificio que se alza en la actual calle de Francisco Tomás y Valiente, con laterales en las calles de la Merced y de Begoña.

Para corroborar su tesis, el «diario democrático independiente», que durante años fue el de más tirada de Gijón y de toda Asturias, reproducía la carta que «el ministro de Instrucción Pública dirigió al insigne tribuno (Melquíades Álvarez), y que dice así: "Mi querido e ilustre amigo: Como no me ha dejado usted descansar ni vivir, y por añadidura, sólo usted se ha interesado cerca de mí, en el asunto de la construcción y subasta de la Escuela Superior de Comercio de Gijón, me apresuro a comunicarle: 1.º que el Consejo de Ministros aprobó en su última reunión lo propuesto por mí, que es lo deseado y tan vehementemente instado por usted; 2.º que hoy he firmado las órdenes y pliego de subasta, en las condiciones y con los plazos adecuados a la realización y realidad del proyecto"».

Firmaba la misiva, fechada en Madrid el 16 de noviembre de 1910, Julio Burell, que fue periodista y político, así como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y también de la Gobernación.

Con estos mimbres, no es de extrañar que «El Noroeste» proclamase, a renglón seguido, que «ante la evidencia de los hechos, los complots del silencio y de la intriga pierden toda su eficacia. El nuevo edificio de la Escuela de Comercio se debe a los esfuerzos entusiastas y perseverantes de Melquíades Álvarez» y «a trueque de herir la modestia del insigne tribuno, que honra a su patria y a Gijón, hemos dado a la publicidad la carta anteriormente transcripta. Al hacerlo así nos inspiramos en los fueros de la verdad y en las exigencias de la justicia».

Tampoco olvidaban en «El Noroeste» la represión del motín popular de 1909 en Barcelona, y respecto a la intervención del ministro de Fomento en la inauguración del edificio de la Escuela de Comercio, atribuía al público asistente que «acogió su discurso con la misma impasibilidad que Ferrer escuchó su sentencia de muerte».

Se refería el diario a Francisco Ferrer Guardia, anarquista catalán que adquirió gran notoriedad por poner en marcha, en Barcelona, a principios del siglo XX, la llamada Escuela Moderna, en unos tiempos en los que la Iglesia católica tenía prácticamente en su seno la educación en España. Ferrer fue acusado de ser el principal instigador de la Semana Trágica y, por ello, tras juicio sumarísimo, fusilado el 13 de octubre de 1909 en los fosos del castillo de Montjuich, aunque las pruebas en su contra eran más bien escasas.