Si una imagen vale más que mil palabras, 476 fotografías de varias décadas equivalen a un diccionario enciclopédico. Una enciclopedia, podría decirse, de datos, sucedidos y personajes en colores desvaídos, blanco y negro y sepia. Ocurre que un álbum fotográfico que relata un siglo de historia de un barrio popular y populoso supone además un compendio de vivencias de la intrahistoria de una parte del Gijón obrero y fabril, sobre cuya emergencia se erigió La Calzada. Fotografiar es escribir con la luz y fijar lo que se va, lo que se pierde: las grúas que ya no están, gigantes de brazos de astillero que quedaron en los huesos; balones deshilachados de cuero cosido a mano para patear en campos de tierra; pantalones de pata de elefante, bigotillos afilados que ya no se estilan; playas, como la del Tallerín, que se las llevó la lengua del progreso en sus rellenos... En el Ateneo de la Calzada se halla expuesta la memoria del barrio, que es pintura, poema y sinfonía en imágenes.