Este es el mensaje de hoy: no estamos abandonados, el Señor permanece con nosotros y nos invita a ser tus testigos hasta los confines de la tierra. La Ascensión supone el fin de la presencia visible de Jesús y es el principio de una nueva presencia del Resucitado en medio de la comunidad de creyentes. Es la hora de la Iglesia, continuadora de la misión de Jesús. No hay abandono, ni huida, ni silencio, sino urgencia por seguir anunciando un servicio de liberación a todos los hombres y a todos los pueblos, redimiendo a los cautivos, desatando los lazos que detienen la ascensión del hombre.

La Ascensión no es el final de la actividad de Jesús, sino el comienzo de la actividad de los discípulos. Se abre el paréntesis para la responsabilidad de los creyentes, que en todo momento contamos con la ayuda, la presencia y el estímulo del Señor Jesús. La Ascensión se cita al final del Evangelio de Lucas y al comienzo del Libro de los Hechos: «Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad hasta Betania y, alzando las manos, los bendijo y mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo».

Ahora comienza nuestro trabajo y nuestra responsabilidad. No debemos mirar a las nubes con nostalgia, sino mirar al mundo y poner el cielo en la tierra, comunicando a todos la experiencia personal y comunitaria de los que intentamos vivir la alegría gozosa del amor infinito de Dios.

«Vosotros sois testigos de estas cosas». Ser testigos es experimentar situaciones y actitudes para comunicarlas y compartirlas con los demás. Es preparar la segunda venida del Señor, descubriendo y realizando aquellas promesas que hoy pueden y deben realizarse en el mundo. Es asumir nuestra responsabilidad de cristianos comprometidos y ofrecer al mundo el mensaje evangélico, que debe seguir siendo buena noticia para tantas personas decepcionadas.

Jesús habla de unos signos que acompañan a los que anuncian el Evangelio: expulsarán demonios, hablarán lenguas, cogerán serpientes, si beben algún veneno no les hará daño, pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán. ¿Cuáles son los signos que acompañan a nuestro anuncio? Muchas veces atemorizamos, condenamos, en vez de hacer llegar a las personas palabras que consuelen, animen y liberen, porque la evangelización, sobre todo, es un servicio de liberación.

Los cristianos debemos seguir las huellas de Jesús, compartiendo el pan y la vida, dando ánimo y esperanza, acompañando a los que padecen soledad, dando hogar a los que no tienen patria.