M. C.

Cuando Agatha Christie murió en 1976, a la edad de 85 años, se había convertido en la escritora más popular del mundo, con más de dos billones de copias de sus libros vendidos en más de cien países. Sólo la Biblia y las obras de Shakespeare han logrado mayor difusión que las de la reina de la novela de intriga y policiaca. Su éxito literario contrasta con el celo con el que guardó su intimidad. Ayer, Virginia Álvarez-Buylla, licenciada en Filología Románica e Inglesa por la Universidad de Oviedo, ofreció una conferencia en el Ateneo Jovellanos titulada «Agatha Christie: Paralelismo entre vida y obra», en la que repasó los principales momentos vitales de la escritora, su fuente de inspiración.

«Agatha Christie reflejó su vida en sus libros. No tenía un método muy definido para escribir. Podía ver a unas personas en el metro y las escogía como protagonistas de una novela. Si hacía un viaje, aprovechaba sus vivencias y lo convertía en el escenario de alguna novela», señaló ayer la conferenciante Virginia Álvarez-Buylla, que también es vicepresidenta segunda del Ateneo Jovellanos. La conferenciante fue presentada por María Victoria Aguirre, catedrática de Francés y presidenta de la Alianza Francesa de Gijón.

La filóloga y directiva ateneista se ha leído y releído las 76 novelas policíacas, las 6 novelas románticas que Agatha Chrisite escribió con el pseudónimo de Mary Westmacot y sus 156 historias cortas. También estudió a fondo la vida de la autora inglesa durante los cursos de preparación de una tesis doctoral sobre la escritora.

En una de sus primeras novelas, «El traje de color castaño», hizo que la acción transcurriera en Sudáfica, a donde había acompañado a su primer marido para promocionar la exposición universal de Londres. «La protagonista de esa novela, Ana, es ella misma. Cuenta en la novela todo lo que le pasa en el viaje. Incluso el jefe de la expedición le había pedido que lo convirtiera en un personaje de la novela, pero malo, y lo convirtió en el asesino», cuenta esta ateneista.

En otras novelas, como «Asesinato en Mesopotamia», la acción gira en torno a excavaciones arqueológicas, como las que dirigió su segundo marido, 15 años más joven que ella. Agatha Christie era una apasionada de la arqueología. A su segundo marido, Max Mallowan lo conoció precisamente durante un visita a una excavación arqueológica en la antigua ciudad babilónica de Ur. Un viaje en el Orient Express, inspiró otra conocida novela de la escritora británica.