C. JIMÉNEZ

La adaptación al Espacio Europeo de la Educación Superior (EEES) será menos traumática para el alumnado de lo que se hacía prever. Una experiencia piloto iniciada en el curso 2008-09 en la Escuela de Peritos en base a la metodología «Bolonia» ha permitido analizar los resultados académicos de un sistema que será una realidad a partir del próximo curso. El nuevo procedimiento, que reduce las clases magistrales en un 20%, trae como resultado una mejora del rendimiento de los alumnos, que son capaces de superar el curso «sin mayores problemas», explican los 15 profesores inmersos en esta iniciativa. «Se ha constatado que los alumnos se han ocupado de sobrevivir con el menor esfuerzo posible», remarcan los mismos docentes.

María Jesús García y Argimiro Domínguez ejercieron ayer como portavoces del equipo multidisciplinar que ha trabajado en esta experiencia piloto con los alumnos de la especialidad de Química Industrial de la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial. «Se ha mejorado hasta 26 puntos porcentuales en la nota final con la nueva metodología docente», subraya García. Unos resultados positivos que no se traducen precisamente en un mayor volumen de trabajo no presencial del alumno, que resultó «inferior a lo previsto a priori», subrayan los docentes.

La atención personalizada es uno de los puntales del nuevo sistema. Los profesores que participaron de esta iniciativa trabajaron con grupos de 20 alumnos máximo y en seminarios de cinco personas. Aunque la experiencia resultó fructífera, unos y otros coinciden en lo ficticio de la propuesta, habida cuenta de que a partir del próximo mes de septiembre los grupos no bajarán de 80 alumnos para las clases magistrales.

Según el sistema vigente, los alumnos recibían 750 horas de clase mientras que con la nueva metodología docente cada estudiante acumula un total de 1.800 horas por curso, incluyendo el trabajo fuera del aula. La carga docente se distribuirá a partir de ahora de la siguiente forma: 750 horas de clases presenciales (457 de teoría, 143 de laboratorio, 90 de seminarios, 25 de actividades comunes y 35 de exámenes) y 1.050 de trabajo no presencial. ¿El resultado? «Al principio los alumnos se rebelaron, pero luego se fueron adaptando; no es tan difícil como se cree», concluyen.