C. JIMÉNEZ

«Su amor a Asturias fue una constante en su vida. Y Gijón, sobremanera, era para él algo muy entrañable», subrayó el hermano de directivo y empresario José Álvarez Margaride, Roberto, tras el cariñoso y emotivo homenaje que ayer le rindieron en la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales de la Laboral, la antigua Escuela Jovellanos, en la que el propio Margaride inició su formación mercantil.

El que fuera presidente del grupo Thyssen durante más de un cuarto de siglo, natural del barrio del Natahoyo y fallecido el pasado mes de febrero, fue uno de los grandes valedores del premio a los mejores proyectos empresariales universitarios de esta Escuela, que hoy llevan su nombre. Para la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, Margaride ha dejado un recuerdo imborrable como empresario honrado, fuerte y comprometido. Su hermano destacó de él «su valentía, su coraje, su fuerza de voluntad y su ilusión», llevadas también a su lucha contra la enfermedad. Porque José Luis Álvarez Margaride ponía toda sus ilusión en cualquiera de las actividades que emprendía, tanto en el ámbito profesional como personal, recordó su hermano Roberto. Una de esas últimas actividades fue brindar su apoyo personal a los premios de la Escuela Jovellanos que reconocen a los mejores proyectos empresariales. Pero también tenía en mente otras iniciativas. «Mi última conversación con él, antes de caer enfermo, fue para hablarme de un proyecto empresarial», recordó Felgueroso. Su recuerdo, remarcó la regidora, quedará para siempre a través de estos premios universitarios «y de todos aquellos que trabajen por hacer realidad proyectos con futuro».

La joven cantera universitaria que se forma en las aulas de la Laboral supo recoger con mucho tino la herencia del Margaride emprendedor. Veinticinco chavales de la diplomatura de Empresariales se apoyaron en los valores que representaba el presidente de Thyssen para defender sus respectivas ideas de negocio. Hace seis años, la dirección de la Escuela inició una relación estable con este «gijonés de pro, asturiano espléndido y, mejor persona, si cabe, que empresario», en palabras de la regidora gijonesa. Se iniciaba entonces una colaboración estrecha para favorecer la creación de empresas por parte de los miembros de la comunidad universitaria y Margaride respondió con un «sí» rotundo.

El profesor Enrique Loredo, que glosó la trayectoria profesional de este ilustre «natahoyino», destacó su gran labor como «polo de atracción» de inversiones para Asturias pero también su vocación emprendedora, su empuje a la internacionalización de las empresas, su capacidad de esfuerzo, su gran capital relacional y su responsabilidad social. «No olvidó nunca de dónde salió», remarcó Loredo del hombre que entró como meritorio en la fábrica de Moreda a los 15 años de edad, que participó después en la fundación de Uninsa (actual Arcelor) y llegó a la presidencia de ThyssenKrupp Elevator.

Su fallecimiento frenó la iniciativa de la Escuela Jovellanos, que había propuesto al Rectorado su nombramiento como doctor «honoris causa». Una idea que, sin embargo, sigue en la mente de la comunidad académica para cubrir su deuda con Margaride.