Actor y humorista

Ángel CABRANES

Actor y humorista, Santi Rodríguez (Málaga, 1965) es uno de los rostros más queridos de la escena española desde que en la serie de televisión «7 vidas» popularizara el papel de «el frutero». Un personaje tan afable y sincero como este jienense de adopción que cursó estudios de Derecho en la Universidad de Granada. Fue en su querida Jaén donde conoció a Ismael Díaz Galán. Entablaron una fuerte amistad y ahora Rodríguez colabora en el campus de fútbol «Reparte juego», dirigido por el entrenador gijonés y que se celebrará en el terreno de juego del Manuel Rubio del 5 al 17 de julio. En él tomarán parte niños senegaleses con problemas económicos.

-¿A quién tiene ganas de meterle un gol?

-Me gustaría meterle 350, en una temporada, a cada uno de los diputados del Congreso. En la selección política que hemos creado, esa «roja» no gana el Mundial. La pareja Zapatero-Rajoy está muy desaprovechada. Tienen el nivel de grandes como Tip y Coll. Espero que sigan haciendo política, porque si se meten al humor, me dejan sin pan. Son muy graciosos. Como el payaso listo y el tonto, pero no voy a decir cuál es cada uno.

-Mucho mejor la selección de Ismael Díaz Galán ¿no?

-Sin duda. Esto sí que es más que un club. A «Isma» lo conocí cuando entrenaba al Jaén. Me llamó la atención lo bien que trataba a los jugadores, como si él fuera de la casa. Buscaba formar no sólo en lo deportivo; también en lo personal. Entablamos una amistad y me comentó que diera alguna charla a los jugadores, para que no se les subieran a la cabeza la fama ni el interés por el dinero. A partir de ahí, le intenté apoyar más tarde en cada club que ha ido. Ya soy fan hasta del Ribadesella.

-¿Cuál es su implicación en el proyecto «Repartejuego»?

-Soy un socio más para intentar ganar adeptos. Porque el verdadero fútbol es inculcar a los niños valores de filosofía y respeto. Una herramienta para ayudarles a ser alguien en la vida, que sirva para echar un cable a gente necesitada. ¿Qué tendrá el balón para que todo el mundo quiera jugar con él? Pues hay que intentar aprovecharlo para recordar que no todo son Messis.

-¿Deben los profesionales tomarse con más humor este deporte y evitar contagiar su rivalidad a los niños?

-Sí, además yo practico con el ejemplo, soy del Atlético de Madrid, que da una de cal y otra de arena. Este año estaba asustado, porque casi ganan dos títulos. Pensé, a ver si me tengo que borrar.

-¿Por qué en sus monólogos incorpora la participación del público?

-Me gusta porque en este trabajo vives de la gente que te va a ver. Odio a los divos que ni siquiera tienen tiempo para pararse en la calle y charlar con un seguidor. Incluso, al final de mis monólogos, trato de salir el primero de la sala y esperar al público en la salida. Les saludo individualmente y les pregunto qué les ha parecido. Siempre apostillo que a mí no me ha dado tiempo a verlo.

-¿La ironía es una buena arma en estos tiempos tan delicados?

-Es difícil hacer humor de la desgracia, por lo que intento ironizar con el momento. En mi tierra, por ejemplo, la gracia está en la calle y me contaban que había un pescadero que en su local puso un letrero en el que se leía: «Prohibido hablar de la cosa». La explicación es que la gente cuando llegaba decía: «La cosa está fatal, la cosa va muy mal...» Hay que intentar remontar el vuelo como sea.

-¿Cuál es el chiste que nunca falla?

-Yo suelo tener uno cada semana, que es el que me cuenta mi amigo Félix el Gato.

-¿Cuál toca ahora?

-¿Tú de donde eres? De África. Pero, ¿del mismo África o de algún pueblo?

-¿En qué otros proyectos está trabajando?

-A finales de año saldrá un nuevo libro de monólogos. En breve iniciaré una gira teatral por toda España y estoy estudiando un par de guiones de cine. Otro de mis proyectos es ayudar a que en mi ciudad no desaparezcan las tiendas de barrio. Porque las grandes superficies se están comiendo al pequeño comerciante de siempre como el «Frutero».